Sentado a la mesa cualquiera dudaría que aquel hombre delgado fuese el creador de aquella torre de platos vacíos.El encargado del buffet libre se tapaba la boca abierta mientras sus ojos se salían de sus órbitas contemplando la escena, su cabeza calculaba las pérdidas que le iba a provocar un cliente como ese, contó los platos, iba por el duodécimo y aún no habia empezado con el postre. Tres eran de una combinación de cuatro ensaladas llenos a rebosar,por lo tanto había comido de las doce diferentes que tenía el menú; seis eran de los diferentes pescados,tanto en salsa,como a la plancha, fritos en harina o a la romana,todos ellos con sus respectivas guarniciones de verduras arroces y patatas;tambien se había comido uno de carne guisada con patatas,otro de filetes empanados compañados de arroz, y ahora estaba acabando con uno de carne asado con puré gratinado. Todo esto acompañado de vino, tanto blanco como rosado y tinto.
Acabó el plato y se levantó a por otro, éste lo llenó de lasaña de carne y espinacas, cuando se fue a sentar cruzó su mirada con la asombrada del encargado, burlonamente inclinó la cabeza a modo de saludo y se sentó para continuar comiendo; cuando acabó con el quinto plato de carne que hacía el decimocuarto que se metía entre pecho y espalda, llevaba un tiempo que en el local no comía nadie más que él, a su alredededor todos los demás comensales habían term¡nado pero continuaban en sus mesas mirándole y comentando sobre su voraz apetito, se levantó y se dirigió al mostrador de los postres, sonriendo malévolamente al encargado le preguntó que dulce le recomendaría pues todos le parecían apetitosos, el hombre absorto en la pila de platos acumulada en la mesa y que el hombre se había negado a que los camareros retirasen de ella tardó en reaccionar, abriendo al máximo los ojos y sin apenas articular las palabras le dijo que escogiese el mismo; en cuatro platos puso una ración de los dieciseis postres diferentes disponibles,tartas ,cremas,helados, yogures,piezas de frutas. Se terminó hasta la última migaja y cucharada, se dirigió a la barra de cafés y pidió con sorna un capuccino con leche desnatada y sacarina rpovocando la hilaridad del público espontáneo que había tenido; acabado de tomar el café se acercó al encargado, éste algo ya recuperado le preguntó si todo había estado a su gusto a lo que el hombre respondió que nada lo estaba y comenzó una retahila de defectos en todo y cada uno de los platos que había comido criticando en sobremanera los pescados, los nudillos del responsable del local se enblanquecieron en sus puños crispados cuando de su boca salió una disculpa forzada, intentarían que la próxima vez estuviese a su gusto, el hombre le tendió los quince euros que costaba el buffet libre y dándole una palmada en la espalda le dijo que eso esperaba.
En una semana se corrió la noticia de lo sucedido en el restaurante, el hombre iba cada día a comer allí y siempre de la misma forma, esto lleno el local, al principio de curiosos normales que aliviaban un poco la desazón del jefe del buffet, pero el alivio duró poco pues empezaron a acudir tragones de todas partes de la ciudad, creándose una espontánea competición entre ellos y creando una pérdidas importantes. Además todos ellos le tomaban el pelo al encargado criticando la poca variedad y la escasa calidad de la comida.
Una tarde con el local atestado de comilones el jefe les pidió un favor a todos ellos, tenían un nuevo cocinero y quería que fuesen sinceros y se dejasen de las habituales bromas para opinar sobre los nuevos platos, todos consideraron que por una vez merecía la pena ser serios y probaron el menú degustación tras tener la promesa de que después podrían comer los demás platos. Esta vez nadie tuvo que levantarse a servirse la comida pues los camareros la servirían en la mesa. El responsable se acercó al hombre que había empezado todo aquello explicando a todos que como cliente más señalado y primer crítico del establecimiento le correspondía hacer los honores. Comenzó por la ensalada tibia de setas, la cual alabó sinceramente, el pescado presentado en tipo sushi le pareció excelente aunque bromeó diciendo que estaba algo crudo, los camareros comenzaron a servir al resto de clientes el menú, el hombre iba a probar la carne cuando los espasmos le hicieron tirar la mesa y los platos, todos los demás soltaron los cubiertos, escupieron los bocados y algunos incluso se provocaron los vómitos.
Los ojos del hombre se desorbitaron, su boca echaba espuma mientras seguían las convulsiones en el suelo, el encargado se agachó a su lado y le preguntó burlonamente si queria que despidiese al cocinero por no saber preparar fugu,se inclinó un poco más y mientras el moribundo daba sus últimos estertores le susurró al oído: "Invita la casa".
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