Ví una columna interminable de omnibuses y de combis, pensé que había quiza una convención, no dándole otra importancia ; me indicaron por donde se encontraba la playa y al voltear la esquina, me encontre a la muralla china en sombrillas, apretujadas unas contra otras como si entre ellas hubiera un acuerdo previo para armarlas sin que quede terreno alguno libre de su proteccion y pregunté donde estaba el mar y me dijeron que se encontraba al otro lado de las sombrillas, me parecio increíble que alli estaba el mar y no lo veía y una aventura llegar hasta sus orillas, me alentaron a cruzar las sombrillas y mientras avanzábamos en forma milagrosa en medio de estas y retrocediendo ante otras nos encontrábamos que habían tambien debajo de cada una, numerosas sillas que llevaban sobre si a personas echadas en todas las posturas, y de todos los grosores, algunas comiendo alrededor de ollas de todos los tamaños el conocido tallarin rojo, papa a la huancaína o fréjoles de todos los matices con ceviche pero toda esta gente mostraba también la mas amplia y sincera de sus sonrisas, como si no tuvieran problemas de ningún tipo y daba la impresión que el tiempo se hubiera detenido y les mostrara su mejor cara, los niños corrian felices jugando a lo que se les ocurria y cuando encontré el mar solo encontré el agua directamente en los pies, sin franja alguna de playa y una muchedumbre de personas para todo lado, sin que quede palmo alguno de playa y de agua libre para su uso. No se hundirá el piso con el peso de tanta gente? . No, no se hundió y no nos bañamos.