Tonly se compró varios kilómetros cuadrados de terreno, los cercó con frondosos pinos e instauró su propia república. Esta sería la primera nación en la que sus habitantes serían prolijamente invitados. Para ello, envió cartas a todo tipo de personajes, excluyendo, por supuesto, a los políticos, empresarios, curas y estafadores y toda la gente, que por algún motivo u otro, fuese un potencial peligro para la estabilidad de la naciente república. Se aseguró que los elegidos sólo fuesen gente de bien y si por alguno u otro motivo, se descarriaban, las fronteras eran amplias para devolverlos por donde mismo habían venido.
Creó su propia constitución, en su país, que se denominaría Pacifia, no existiría nada más que el tráfico de talentos. El mueblista se ganaría la vida construyendo muebles y el poeta, con sus versos. El dinero no existiría y el trueque sería la forma de negociar los productos.
Los cementerios no existirían y cuando alguien falleciese, su cuerpo se sepultaría donde el difunto lo hubiese dispuesto previamente. Para ello, el cadáver se envolvería en una manta y después se plantaría la especie que el difunto hubiese elegido. De tal forma, el mismo mueblista, a modo de ejemplo, más tarde se convertiría en una palmera, en una conífera o en un seto. La muerte, como tal, no existiría, sino que sólo significaría la transformación de las especies.
Nadie dirigiría a nadie y el único presidente de aquella nación sería la propia sensatez, de ese modo, se prescindiría de la clase más parasitaria de todas las edades: los políticos, que todo lo corrompían y todo lo destruían. Tampoco existirían ejércitos, puesto que de nada había que defenderse, ya que todos eran gente modesta y el suelo que habitaban no contenía mayores riquezas.
No existirían escuelas, pero sí, inmensas bibliotecas, en las cuales se encontrarían todos los volúmenes escritos por el hombre, exceptuando, por supuesto los tratados políticos, religiosos y belicistas. Sí, tendrían preponderancia, los libros que tratasen de filosofía, ciencias, artes y pedagogía.
Muchas otras leyes, poco convencionales para quienes estamos habituados a convivir en una sociedad repleta de resguardos, fueron redactadas por Tonly, antes que comenzaran a llegar los primeros habitantes, secundados por avalanchas de personas que sólo querían huir de sus países, por la imposibilidad de seguir soportando tanta iniquidad y tanta estulticia.
Es conveniente hacer un pequeño alto para intentar comprender los propósitos de Tonly. Este era un “gringo” nacido en un hogar de medianos recursos, que había llegado a forjar su fortuna gracias a su propio talento. Consecuente con sus ideales, se embarcó en las más diferentes empresas, puesto que tenía talento para las más diversas ocupaciones. Otro de sus talentos, acaso el más importante para lograr sus propósitos, fue el de no contraer ningún compromiso sentimental, de tal suerte que no encontró ninguna oposición para conseguir sus metas. Por lo mismo, cuando ya hubo reunido la cantidad suficiente de dinero, se compró una inmensidad de tierras, todas de escaso valor pecuniario, salvo por lo agreste de su superficie, repleta de una flora y fauna inespecífica. Tonly, a la sazón ya tenía unos sesenta años, edad suficiente como para contemplar la vida como una estancia que se merece ser habitada con las premisas de un buen pasar y disfrutando de todo lo exquisito que ella pudiese conceder...
(Finaliza)
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