La fiebre uterina



Cada cierta cantidad de años se reúnen los fantasmas para asesorar al diablo cuando este necesita inventar nuevos pesares para los hombres—en la ultima reunión, el diablo andaba feliz pues el balance de la década era bastante positivo, bueno, los balances habían sido positivos desde siglos atrás, pero el diablo nunca se cansaba de alegrase con sus logros, era su pequeño pecado atemporal – pensaba sonriéndose alegre – algo de vanidad nunca cae mal, en especial si irrita a Dios. Y hablando de Dios, porque será que aquel sujeto desagradable no se manifestaba hacia tanto??. Bueno, mejor no cuestionar ciertas cosas, pensaba el diablo feliz mientras decidía como solucionar una pequeña crisis que lo atormentaba desde hacia algunos siglos. El problema era simple, habían habido mejores y peores décadas para el diablo, pero desde milenios que el balance solo mostraba números azules, perdón, rojos. Y el problema era que el diablo, a pesar de alegrarse con sus continuos logros y victorias, también se aburría. Si lo que estaba en juego era la humanidad, el diablo ya se sabia victorioso hacia mucho, y necesitaba con urgencia volver a sentirse vivo, volver a sentirse el príncipe de las tinieblas. Como ya tenia la rodada ganada, se sentía sin ánimos a veces, como necesitando crear un nuevo tormento, pero a quien?? A quien atormentar?? Ya no quedaba nadie, solo aquellos juguetes patéticos y ya obsoletos que le ganara a Dios. Como que en el horizonte ya no se perfilaban nuevos desafíos. Y como el diablo estaba aburrido, decidió hidalgamente que atormentaría a los hombres, a los juguetes patéticos que ya le ganara a Dios. Y ya que los hombres pecaban desde tiempos inmemoriales con el sexo y el sexo ya no era mas pecado y ya no causaba a los hombres molestas recriminaciones morales, ya que ya nadie tomaba a la iglesia en serio, ya que el diablo ya había ganado a los hombres para si arrebatándoselos a Dios, para divertirse ahora solo quedaba infernizarlos. Si, infernizar aquellos seres inferiores y ridículos. Se acabaron las tentaciones, se acabo el recreo del libre albedrío, ya que como ya escogieron, llego la hora de sufrir. Y fue así como el diablo invento la fiebre uterina.
Puede hasta parecer banal para alguien como Lucifer, pero el diablo estaba viejo, y como todo viejo, se había ablandado, solo anhelaba pequeños placeres, pequeñas diversiones. Y para eso nada mejor que la fiebre uterina. Atormentar a los hombres con los gritos destemplados de las mujeres, gritos que siempre habían solo proporcionado un enorme placer al ego masculino, pero cuidado con lo que se desea, ya que se puede hacer realidad. Y nunca mas una mujer haría el amor sin berrear como un chancho en el matadero. Y aquellos gritos destemplados enloquecerían a los hombres, pero ya no de placer, sino de desespero, de sed de silencio, de sed de calma, de incapacidad de satisfacer aquellas hembras insaciables. De sentirse cada día menos hombres. Y el diablo se sonreía en un inicio, y se ahogaba en carcajadas poco más tarde. Y disfrutaba cada momento de su solemne y sutil juego de senilidad. Y el diablo era feliz viéndolos a todos desesperados. Y siendo feliz, el diablo dejo de ser el diablo y se convirtió en quien él había matado. Y volvió la paz al mundo y el equilibrio a los hombres por que Dios y el diablo ya no existían, eran uno solo. Y lleno de defectos y virtudes, lleno de humanidad, volvió el equilibrio ya que tanto Dios como el diablo dejaron de ser divinos y arbitrarios y se volvieron uno solo. Se volvieron humanos. Y el mundo sonrió de nuevo ante la certidumbre de que la perfección no existe, y sabiéndose dueños de aquella verdad, los hombres podían volver a vivir en paz. Pero las mujeres seguían gritando.....