Dado el hecho de que soy un desconocido cuyo velatorio duerme sobre una mesa de bar quiero dejar advertido el peligro de mis intenciones que van desde la horizontalidad de la tierra a la redondez de la bóveda celeste. No imagino tipo más indeseable que yo: sin cuerda estirada alguna parezco guitarra oxidada llorando notas sobre un escenario vacío. La locura es apenas un síntoma secundario en mí no me llamen, no me escuchen. Derecho al retrete que un caño me lleve.
Texto agregado el 25-04-2008, y leído por 171 visitantes. (5 votos)