La casa vaga a oscuras llorando por las almas de sus habitantes idos todavía la recuerdo: la casa vieja del barrio Quinta Normal erguida en adobe lleno de cicatrices enormes piezas con puertas gigantes allí mi niñez se desnudó mi adolescencia se enamoró en un espejo. De pronto desaparecimos todos mi madre, ampolleta inolvidable mi padre, la llave que abría todas las puertas mis hermanos que tomaban mis juguetes y mis sueños la vieja empleada que daba gritos de vidrio quebrado el gato jubilado en plena pubertad las ratas del entretecho la lluvia de inviernos interminables las visitas la familia la mesa el pan tostado. La Casa vaga a oscuras recopilando huellas rescatando ecos de los muros descoloridos llevando en las manos la vela de la esperanza. Pobre casa mía nunca volví a recorrerte.
Texto agregado el 25-04-2008, y leído por 145 visitantes. (3 votos)