Recorro las calles de la ciudad sin buscar nada. Todo esta tan vacío como yo, la gente vaga con sus propios asuntos personales que atender, si es que alguno verdaderamente valga la pena. En este momento sólo les preocupa donde ponen el pie mientras caminan, nadie nota que estoy llorando.
Piso los charcos abandonados por una lluvia pasajera que murió cuando la noche caía de la mano con las estrellas y las nubes se partían y esfumaban.
Sueña, me decía para mis adentros, es el único lugar donde te evades de esta realidad tan hiriente. Nunca sabré decir si era o no era de esa manera, pero soñar devolvía un poco de alegría a mis ojos al despertar. Aunque sea sólo por un momento.