La espera

Faltaban sólo treinta minutos para que llegara el bus en donde me iría. Ya había esperado dos horas sin moverme del pequeño asiento cuando la vi acercándose desde mi izquierda. Estaba a unos seis pasos de distancia y acercándose, pasaría frente a mí en unos pocos segundos.

No tenía la menor duda, ella era la mujer de mis sueños, me bastó sólo con mirarla y supe que ella era la compañera que estaba predestinada para mí. Mi futuro estaba por pasar y alejarse cuando me decidí a hablarle, debía actuar rápido o ella se iría para siempre.

¿Qué le podría decir? Si ella era mi mujer predestinada, entonces no eran necesarias las palabras, los hilos del tiempo dirigirían los hechos por los caminos necesarios para satisfacer nuestro futuro común. Me detuve antes de comenzar a hablarle, ella giró su cabeza hacia la derecha y me vió, el titiritero del futuro estaba trabajando.

***

Debo apresurarme o perderé el bus otra vez. ¿Qué pretende ese tipo sentado allí que no para de mirarme? Ahí está llegando el bus, mejor apuro el paso.

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Faltan sólo quince minutos para que llegue mi bus y esa mujer que viene caminando por mi derecha es la que el futuro me tiene predestinada, estoy seguro.

Jota