Respira vamos, respira, que entre más rápido lo hagas más rápido enfermarás.
Enférmate, sí, enférmate, deja que el veneno entre por tu nariz y baje por tu tráquea golpeando sus paredes como un negro torbellino hasta llegar a tus escuálidos pulmones y matarlos.
Ahora, compra eso compra. Mucho, mucho, mucho. quiero que consumas mis medicamentos. Yo tengo la fórmula para salvar tu vida, yo tengo la respuesta.
Algunas veces no miento, pues mi medicina realmente es efectiva (lo sé, pues para corroborarlo experimenté en 2.000 niños y niñas africanos(as), de los(as) que la mayoría murieron, pero que más da, me gusta inventir, me gusta ganar, me gusta acumular, me gusta asesinar).
Mas, en la mayoría de los casos, suelo vender lo que sea, lo mismo es si sirve o no, pues tú igual me crees, igual lo compras, igual metes dentro de tus hijos e hijas lo que yo quiero que les metas, de hecho hasta invento enfermedades inexistentes, y me río y me rió, y convulsiono de tanto reír, pues tú sigues confiando en mí.
¿Es que acaso tu madre o tu padre o quien sea que fuere, no te dijo; no confies en los(as) extraños(as)? Pues bien, yo soy el extraño; soy yo y mi juego mentiroso, inescrupuloso y brutal. El juego de la muerte, el juego de acabar con la vida de personas sin recursos para hacer vivir aún más a aquellas de mi super mundo "desarrollado y civilizado".
Ahora, pueden alabar a mi civilización: ustedes subdesarrollados, sí, a ustedes les hablo; ¿Qué no ven con qué velocidad construimos armas, cómo preparamos un enorme contingente de hombres y mujeres para matar a sus iguales, cómo acumulamos su oro unos(as) pocos(as), cómo somos habilidosos(as) para arrancarles de raíz a su hermosa y vasta su naturalza e importarla para luego venderla transformada en plástico a ustedes mismos(as) y, sobretodo, cómo nos aniquilamos día a día, haciendo sangrar al alma del mundo?
Nuestra alma sangra huracanes, sangra fuego, sangra hielo, sangra maremotos, cataclismos, sangra con la misma fuerza con que nosotros la atacamos, entendimos demasiado tarde que esto no era gratis, comprendimos recién ahora, que al aniquilar a otro(a) me aniquilaba a mí mismo pues la escencia humana es una, somos uno, somos una.