Viernes, 13:32

- ¿Seguro que es comestible?
- Eso dice, yo qué se…
- ¿Y no podés pretender que lo comiste y te inventás un cuento?
- Podría, si, pero no tendría gracia alguna. ¿Qué tiene de malo? Lo peor que me puede pasar es que no pase nada.
- ¿Y si soñás que me estás matando y me matás de verdad?
- No seas exagerada, lee:

… terribles pesadillas que sufren algunos individuos que se van a la cama tras haber ingerido en cantidades copiosas el plato de cocina conocido como Welsh Rarebit, hecho de pan, queso gratinado y otros muchos ingredientes. Las pesadillas hacen hincapié en los terrores de la clase media urbana; nada inocentes, inciden en aspectos tales como el tabú de la desnudez, el miedo a la castración, el travestismo o el temor a la impotencia.

- ¿Ves? No te va a pasar nada. Tal vez no pueda cogerte o me ponga tus bombachitas con algo de rimel y labial. ¿Podrás soportarlo?
- No me parece correcto experimentar con algo tan desconocido. No sabés las secuelas sicológicas que pueda dejarte, sin contar los efectos físicos.
- Si fueras menos fatalista podrías divertirte un poco…

El silencio se apoderó de la habitación por un largísimo minuto.

- Tendrás que hacer vos la compra, yo no tengo un centavo para tus rayes. En la heladera no hay ni queso, ni mantequilla, ni pan y mucho menos cerveza. ¡Qué desperdicio! Hay dos huevos para el desayuno de mañana así que no podés gastarlos.
- ¿Eso te preocupa? Le diré al flaco Rovirita que me preste. Seguro vendrá para mirar el experimento.
- ¡Claro! Rovira, otro escritor inútil, vaciado y borracho.
- El flaco siempre tiene algo guardado. Si no querés quedarte esta noche podés ir a lo de tu hermana a dormir con tu madre…
- ¿Me vas a echar de mi propia casa?

Lo siguiente fue un aullido ininteligible a 90 decibeles sostenido en La Mayor durante varios minutos terminando en un portazo.

Viernes 17:29 (Casa de Rovira)

- Y te digo que es un mito.
- Como sea, prestame 100 lucas, te pago el martes.
- No me pagás nada. Andate a casa que yo hago la compra y te la llevo. De paso me compro unas chelas para pasar la noche. ¿Seguro tu mujer no está?
- Si salió como una fiera, no vuelve en dos días, como mínimo.

Viernes 22:31

- No dice cuánto tiempo al horno.
- Dejalo hasta que dore por encima. Los trolos del canal de cocina todo lo dejan hasta que “dore”. ¿Vos entendés lo que significa eso?
- Más trolo vos que ves canales de cocina, flaco.

La preparación tenía un aspecto muy desagradable, no tenía consistencia de masa y tampoco se sostenía en la placa que llevó al horno a pesar de todo.

- Sí, ya sé lo que estás pensando... Nos estamos yendo al recarajo con la joda, pero buee, si no ¿cuándo? ¿A los 60? ¡Dejate de joder! Si traía cerveza nada más no alcanzaba la guita para toda la noche y nunca es suficiente. Es un Branca que tenía guardado para mezclar con coca.


Viernes 23:14

No podía dar un bocado más sin vomitar. Sentía el regurgitar anunciando un desastre.

- ¡Arggghh! Me voy a morir. Lo sé.

El flaco Rovira se reía sin prestar mucha atención mientras engullía directo de la lata unas vianesas en salmuera.

- Andate a la cama, así sabremos si el mito es o no real.
- Si me acuesto no voy a poder respirar, flaco, hablale a la fiera. Decile que se regrese.

El dolor en la panza aumentaba, había pasado de ser una pesadez aguda a convertirse en un maremoto intestinal. El sudor frío le resbalaba por la frente y comenzó a revolcarse como un gusano. Rovira seguía con los ojos clavados en el televisor.

Sábado 02:55

- ¡Abrime la puerta, Rovira, a-bri-mé-la-puer-tá!
- Llegó la fiera atendé vos.
- ¡Qué no me puedo levantar, ché!
- Si me ve, me saca los ojos
- ¡Si no me abrís te va peor!
- Ya la oiste, flaco, andá abrí.

Entró como un ventarrón tirando todo a su paso y encontró a su marido sentado en el inodoro como dios lo trajo al mundo abrazando un balde expulsando – por el frente y la retaguardia – hasta el mínimo rastro de su última cena.

Durante más de 3 horas se repitió el evento, en medio de las cuales Rovira desapareció, no sin antes vaciar hasta la última gota de la botella.

La fiera repetía entre espasmo y espasmo:

- ¿Viste? ¡Te lo advertí!




1967

La historia no es como la cuentan, guerito, es como es y el que no las hizo las vio hacer. Ya había pasado el día de los muertos. Yo me recuerdo todo como si fuera ayer. Hace más de 50 años pero a uno no se le olvidan las navidades lejos de la familia. Estábamos calentándonos un chocolate cuando tocaron duro a la puerta. Era Jose Doroteo Arango Arámbula con otros ciento veinte cuates. No había chocolate pa tanta gente, pero los acomodamos en donde pudimos, unos encima de otros y Crucita con otras chavas que ayudaban en los oficios del rancho se pusieron a ordeñar y a tostar cacao para ver si les daban algo que les calentara la sangre. Venían del norte, flacos, sucios.
Lo llegaron buscando al día siguiente, herraduras para atrás, así que eran amigos. No era un gringo, era europeo, de Gales. Se lo llevaron a muchas leguas del rancho. Cuando regresó, venía puritico desnudo. Había volado – decía - sobre nuestras cabezas. Nadie supo qué pasó ni quién era el europeo, pero nunca volvió a ser el mismo. Ese día supe que había vendido la causa. Desde entonces, Pancho Villa no volvió a usar camisón para dormir ni volvió a preñar chava alguna