La Misma Música
(Roberto Espada)
La misma música, el mismo aroma y un vehículo en movimiento. Cerré los ojos, olfateé el perfume y me trasladé...
Conducía a mi lado, y yo, sin tocar el asiento flotaba dentro de su auto. Cada dos o tres frases me acercaba lentamente y besaba su mejilla, entonces ella perdía el control del auto y giraba el volante en la misma dirección en que me acercaba, “no me hagas eso, vamos a chocar”, pero sabíamos que pasaba nada, era un simple juego de amantes, ambos reíamos, la tenía a mi lado, podía tocarla, acariciarla, me sentía feliz y ella, no sé, nunca lo supe, nunca supe como se sentía a mi lado, debí habérselo preguntado.
Luego del paseo lo mejor, la detención del auto en algún camino rural oscuro y poco transitado, bajar un poco el vidrio, sintonizar nuestra música, reclinar el asiento, despojarse de las ropas, hablar nada, abrazar harto, y agitarse...
Sumergido en su cuello balanceaba mi cabeza de un lado a otro olfateando y besando. Descorría mis labios por su cuerpo semidesnudo, desabotonando su blusa, y cuando me aprestaba... la señora del asiento de la ventana me pidió permiso para bajar del bus.
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