Estaba seguro de lo que había visto
Entraba y salía, fantasmeando,
Te mire pero no me dijiste nada,
Te note asustada, te temblaba el labio,
Esa noche nos escondimos, sin que nadie lo sepa
Ahí te conté lo de la inexistencia
No me escuchaste, solo te tomabas las rodillas,
Y nos vino a buscar, como era lógico,
Te anuncie que no te arrutinaras, que todo se cerraba.
Cuando te diste cuenta ya estabas en una oficina,
Olvidándote de las palabras que te silbaban los oídos.
Anunciando tu vida, exponiéndola a la obviedad,
Tus horarios son mis libertades, tus almuerzos mis despertares,
Desde que te agarro el olvido de vivir, no te noto,
No solo escuches, también usa el labio que tiembla,
Aquí estaremos, como siempre, como vos quisiste,
Sin despertar, atendiendo todo, sin más. Con eso.
Y con aquello.
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