He oído esta noche en mi mente mil voces que retumban en eco por los paramos desolados de mi cerebro, tu nombre oculto tras las hojas de un cuaderno mojado, otro arrugado y las historias olvidadas de bordes quemados.

Siento el piso hueco como si la realidad me llamara a romperlo todo con golpes de sonrisas maltrechas, sonrisas que no debieran tener cabida en ningún sentimiento especial, ninguno al menos aislado de los demás.

Escribo esto dejando por sabido que todo lo he dicho aun estando muerto como vivo, tan letárgico como el hombre mas dormido y tan despierto como no imagino. Ayer dejé mil flores con esencia de poema en tu jardín, para robarlas algún día por la mañana lluviosa, pero ni regarlas haz podido, pues las veo hoy acariciando el piso con un tono de muerte, sucumbidas al tiempo y al olvido al descuido un alma en pleno vuelo que por allí pasaba, pero ya no llegué, es tarde para recuperarlo todo, es tarde para vivir de nuevo cientos de sueños anteriores.

Pero creo que lo necesitaba de veras.