En un amanecer donde la niebla parecía cubrirlo todo, a pocos metros de mí, asoman un par de faros y suena un ruidoso bocinazo.
Quedo inmóvil en medio del camino.
El automóvil da una brusca frenada, desviándose hacia la banquina y chocando con el frondoso eucaliptos que se encuentra en la entrada de la estancia.
Me acerco cautelosamente...
Observo por la ventanilla y no alcanzo a divisar quien está dentro.
Unos brazos me rodean por detrás, siento temor de encontrarme justamente en ese paraje de mala reputación.
La Perdida, es una estancia abandonada, por la que suele deambular el alma de Mariela, una joven muerta, en manos de un invitado, al que nadie conocía y de quien se desconoce su paradero.
Quedo paralizada, siento su respiración en mi nuca, un sudor frío recorre mi espalda.
Siento el contacto de su piel húmeda, áspera, un hilo de baba cae sobre mi cuello.
Intento gritar y no puedo, intento correr y mis piernas no responden
El terror se apodera de mí.; pierdo el conocimiento.
Una luz cegadora me encandila,
siento paz,
observo a mi alrededor,
todo es etéreo.
Escucho llantos,
provienen de abajo?
Mi cuerpo yace a la vera del camino,
mi cara, mis ojos reflejan “pánico”,
mi madre llora con desconsuelo.
Otro crimen sin resolver.
|