Los días de ocio y tiempo libre han quedado de lado, empleo mis esfuerzos en armar un sueño sobre las nubes del ego del que lo puede todo, o casi todo. No salgo de mi claustro porque me entero de que afuera el mundo es demasiado terrible y matan a las mujeres a golpes propios de animales enfermos.
Enfoco la mirada en un horizonte lejano que me empeño por traer hacia mí, y de paso rompo algunas promesas, tratando de fraguar nuevas quimeras llenas de ilusiones para mañana. Me duele la mano y el cerebro se hincha de tantas ideas que no acabo de masticar por completo, porque es mucho lo que falta, y nunca tardé tanto en despertarme.
Me visito varias veces al día como para cerciorarme de que aún existo por encima de todo esto, es un vicio difícil de evadir ese de buscarme a cada momento, y ver si soy un poco más visitado y por ende conocido. Unos labios que besé de modo furtivo se marcharon sin decir adiós y me adelantaron, pero ahora pienso más en otras cosas más mías y espero más duraderas. Mientras me pongo a escribir todo esto para fallidamente pensar en otra cosa.
Poco falta para que todo esto se termine de iniciar apenas, sólo espero a que al ir a por todas, no se me escapen de las manos y me aleje del piso que me recuerda todo lo que cuesta ahora esto. He dejado acaso demasiado por seguir en esta senda de autoconocimiento solitario, preludio alejado de los pocos que un día me conocieron como fui.
Quemé las naves para seguir avanzando y la satisfacción de lo hecho no llega todavía, pero me empujo a cada duda un paso adelante, un renglón o una letra. Estoy aprendiendo demasiado aprisa lo que significa guiarse uno solo, pero mis alas aunque sin uso siguen sirviendo y si esto se derrumbara, estoy cierto de que puedo empezar siempre de nuevo, sólo espero no cansarme demasiado como para hacer lo correcto e intentarlo de nuevo.
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