Un murmullo de oleajes
se deslizó en la suave
frescura de la sombra.
Y un húmedo plateado
de infinitos guijarros
quedó sobre la playa.
Calma... brisa... noche... mar.
Pienso... siento... sueño... paz.
Con alas de mil peces
y madréporas tiernas
seguí rastros de luna.
Y un río de agua fina
serpenteaba en lo oscuro
sediento de onda y sal.
La ola es un capricho en movimiento.
El tiempo está en la sangre de la arena.
Y junto a mí el gigante
con sus dedos de espumas
inquieto y fugitivo.
Y en las algas la estrella
de obsidiana penumbra
buscando nueva luz.
La idea cincelada del recuerdo.
La negra soledad de los espacios.
Y el fósforo latente
de los ojos marinos
guiñándole a la noche.
Y yo sobre mí mismo
con las manos vacías
siguiendo los vaivenes.
Y este vivir a tientas.
Y esta incógnita eterna:
¿ Qué ha sido de mi tiempo?
¿ Qué ha sido de mis besos?
¿ Qué ha sido de aquel viaje
en buques de oro y magia
de la sutil niñez?
¿ Qué ha sido de lo joven?
¿ Qué ha sido de lo ingenuo?
¿ Qué ha sido de aquel sueño
de tener en el alma
la risa y la Verdad?
Y seguir preguntando
sin obtener respuestas.
Y seguir trashumando
lo vago y la ilusión.
¿ Dónde están los amigos?
¿ Dónde están las amantes?
¿ Dónde está lo sincero
del suave acariciar?
¿ Dónde estará mi alma
que fue siempre tan fina?
¿ Adónde se ha fugado
la gracia de soñar?
Nada.
Nada.
Aquel mundo hoy es nada
y son nada en la noche
mis sueños de encontrar.
Todo fue una ilusión
de música y corales
en caracol marino.
O un vuelo de gaviotas
tras cantos de sirena
bajo engañoso azul.
Nada.
Nada.
Quizás todos se fueron
como viajeros locos
que nunca han de volver.
Quizás las ilusiones
fueron nubes ya secas
de ciega ensoñación.
Ilusiones del aire.
Las nubes del vacío.
Aletear sin alturas.
Abismos de ultramar.
Los años se perdieron
como velas deshechas
por vientos traicioneros.
Como barcos hundidos
en las conchas de nácar
colmados de vagar.
Y eso somos a solas.
Y eso seremos siempre.
Velámenes deshechos,
navegantes del tiempo...
estrellas en el mar.
Nada.
Nada.
Seremos naves náufragas
sin llegar a la orilla.
Seremos el salitre
que se fijó en el bronce.
Seremos el adiós
que no tiene regreso.
Seremos caracolas
hundidas en el mar.
¡ El mar ! ¡ El mar ! ¡ El mar !
Incesante reloj de vibración y espumas en las ondas de sal.
¡¡ Fatal la campanada del último horizonte !!
Texto agregado el 20-04-2008, y leído por 244
visitantes. (7 votos)
Lectores Opinan
16-10-2010
un poema docto, pulido, importante, gracias. maria_eleonor
30-10-2009
Espectacular. No somos nada... o somos todo... como la ola caprichosa que se pierde en el profundo azul del mar.
***** makiu
07-08-2008
maravillosos como todo lo que escribes ... 5 estrellas annacordobesa
28-04-2008
"La ola es un capricho en movimiento.
El tiempo está en la sangre de la arena" este texto es de profundísima belleza . mechitagarcia
23-04-2008
Excelente. Mi aplauso cerrado para este poema, felicitaciones, te luciste- tiresias