Y ahí se encontraban los dos… solos. Sumergidos en un trance inducido por la oscuridad y el silencio de la noche. Sus miradas se cruzaban y colisionaban.
Parecía no caminar, sus movimientos eran tan hermosamente calculados y sigilosos que parecía no caminar. Su presencia era más que celestial, más que diabólica y mucho más que inquietante. Sin embargo se acercaba lentamente, muy lentamente; con una mirada casi perdida, pero fija en los ojos de ella, casi ciegos, atiborrados de lágrimas sin derramar.
Que palpable era su dolor, que perceptible su miedo, que ostensible su amor por él.
“no te acerque. Por favor, por favor no te acerque más” suplicaba para sus adentros, llorando.
Los segundos parecían caminar junto él, lento, pensativo, calmado, sutil, frágil, fuerte… eterno. Aun así, cuando llego junto a ella, pareció ser en un abrir y cerrar de ojos. Y sin abrir los labios le decía:
“ No te preocupes”
Ya no pudo más, la emoción se agolpaba en ella como navajas tratando de cortar todo a su paso; las lágrimas parecían ahogarla y su respiración era dificultosa, no podía mas… no pacía más sin él.
La noche era calma, como cualquier otra; oscura, como cualquier otra; muda… como cualquier otra.
Junto a ella con los ojos fijos en su pelo, su cuerpo, sus lágrimas; posa su cabeza en sus hombros y recita en secreto susurro:
“Debes cavar en ti más hondo de lo que quisieras,
Debes encontrar ese pedazo de ti que necesitar ver la luz,
Un reflejo de tu alma y con ello saber que es sufrir, reír, llorar
Tienes que respirar hondo para encontrarte.
¿Acaso no te escuchas gritar por dentro?
¿Acaso no te escuchas llorar de rabia?
¿Acaso no te da rabia no poder más?
No poder más,
No aguantar más,
No escucharte más,
No ser mas, nada más
¿No sientes acaso que un pedacito de ti se perdió?
Cuando te marcha siento como mis manos se debilitan, mis dedos divagan en las sábanas tratando de encontrarte y no se dan cuenta que llevas kilómetros de ventaja. Cierro los ojos con la espezanda de voloverte a ver y no te encuentro. Cuando te vas, cuando desapareces siento un peso caer sobre mi.
Cuando me encuentro sumergido en ti me dejo llevar por este río invisible que pasa tan rápido. No quiero despertar. Siento como que te despegas cuando te marcha, como despertar en la mitad de un sueño. Primero solo puedo escuchar lo que sucede; luego dejo de escuchar y solo pienso en lo que viví; la quietud y el silencio me hacen abrir los ojos para despertar de esa fantasía, deseando volver a sumergirme en esas aguas, extrañas aguas. Me quedo quieto y pienso, pienso, pienso, recuerdo, revivo, busco cada detalle en mi mente. Imágenes oníricas que saltan desordenadas y trato de ordenarlas, darle una lógica y recrear ese momento. Hasta que tengo todas las piezas y sonrío, te puedo ver otra vez, ese momento.
No me dejes así. Todo en mi existe por ti… te amo. Por favor no me dejes así desecho como estoy”
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