CORTINA DE HUMO
Me levanto y la habitación esta llena de humo. Es difuso, como nuestros principios y abarca un poco mas allá del dormitorio, como nuestro deseos.
Voy al baño, prendo la luz y mientras me cepillo los dientes siento que el humo me ahoga, como si fuera el único impuesto que me faltara pagar en esta vida.
Todos se van levantando perezosamente en la casa y cada uno expresa la misma queja: no se puede respirar. Lo cual es una gran mentira, porque respirar lo que se dice respirar, respiramos. Es que ya estamos tan acostumbrados a las mentiras propias y ajenas, que lo tomamos como cierto.
El humo invade toda la casa, es una invasión pacífica pero efectiva, que sería la envidia de los militares norteamericanos y de las empresas multinacionales.
Prendo el televisor y todos los canales comentan lo mismo. Como si estuviéramos en cadena nacional. Informe exclusivo de Crónica TV, falta cuatro días para que se vaya el humo... No lo puedo creer. Rutas cortadas, accidentes, visibilidad del obelisco, todos hablan de lo mismo.
El gobierno respira aliviado -si, respira- por un momento se han olvidado de las retenciones, del paro agropecuario, de la inflación, de la valija, y no necesita del piqueteros como Delia para despejar la plaza ni de funcionarios como Moreno para apretar empresarios.
La culpa de todo la tiene el humo. Es un buen ejercicio psicológico eso de echarle la culpa a los demás. Y mejor si es algo tan etéreo como el humo. Funciona siempre.
Es como barrer la suciedad bajo la alfombra: si las cosas aumentan por las malas políticas económicas, no las modificamos, lo que cambiamos es el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos) ¿No somos geniales?.
No, lamentablemente no lo somos.
Es como cuando tapamos parte de la chapa del automóvil para que no nos saquen la foto, cuando tratamos de pasar un billete falso que nos encajaron, cuando tiramos un papel en la calle o cuando no recogemos la caca del perro.
Salgo a la calle y apenas veo la vereda de enfrente. Por lo menos no veo la basura que siempre deja el camión de Cliba a la noche, la vereda rota y el bache que hace meses se agranda como un cráter de meteorito.
Ahora me doy cuenta: ¿No será el meteorito ese que cayó en Entre Ríos el que empezó el incendio?. No puedo creer que no se le ocurrió a nadie. Así ni siquiera tenemos que echarle la culpa a los productores agropecuarios que queman pastizales, porque los campos no alcanzan para las vaquitas y terneros que vienen corridos por la soja.
Va a estar bueno Buenos Aires, decía el slogan del Intendente. Al menos no llueve. He aquí la paradoja, si llueve se apaga el incendio y por lo tanto se acaba el humo. Al rato estamos todos inundados y saliendo en bote...
Salgo con el auto, me pongo el cinturón, prendo las luces. La verdad está peligroso, me alegra que no tenga que hacer ningún viaje largo. Y está bien que corten las rutas más conflictivas, ya tenemos demasiados muertos.
Sin embargo ayer la gente discutía con los gendarmes y ¡se escapaba!. ¿Estamos todos Locos?. Te dicen que no podés pasar por una ruta que no se ve nada y porque te están cuidando la vida, hermano... Pero no, se ve que nuestro desprecio por la ley supera hasta los límites del suicidio.
El barrio esta entre brumas. Es realmente notorio que pase esto en Buenos Aires.
Aunque pensándolo un poco ya no sé que nos queda: cayó granizo como pelotas, nevó como en Bariloche, nos inundamos como en un tsunami y ahora estamos bajo la niebla londinense.
La garganta se me irrita. Me como un caramelo de menta con miel. No distingo los Bosques de Palermo, ni los edificios. La novedad es que el aeroparque está cortado y no es por un paro. Tampoco funciona el puerto, ni los micros que van para el litoral. La villa 31 y Puerto Madero tampoco se ven, es un humo socialista, abarca todas las clases sociales.
En el sentido figurado porque el socialismo es algo serio -diría Mechita-
Desde el interior nos miran como si fueramos porteños castrados porque no vemos el obelisco -diría Desiderata-.
Este humo es polémico, y hasta algunos hacen un paralelo con Nerón que quemó Roma para echarle la culpa a los cristianos.
Alguno con justa razón podría decir: si pasara en alguna provincia, no habrían tanto escándalo. Y tienen razón, como preguntarse que tiene de bueno los aires de esta ciudad.
Los ojos se me irritan, me pongo gotitas en la nariz.
Abro el negocio. Hay olor a humo, no sé si abrir o dejar la puerta abierta. Es lo mismo. Es la primera vez que aprecio que todo el mundo habla de lo mismo y que el humor de los habitantes de nuestra ciudad estan tan confundido como en un día de votación.
Es el calentamiento global, dicen algunos.
Es el país que se incendia, dicen otros.
Y yo les digo, no se preocupen: Es tan solo una cortina de humo.
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