Voy frecuentemente a caminar a la costa y muchas veces me siento a la orilla del mar. En una de esas ocasiones encontré sentado en una gran roca un hombre viejo mirando hacia el horizonte, fumando una pipa que se ve ya gastada por el tiempo. Hay momentos en que frunce el ceño y queda serio y hay otros momentos en que sonríe.
¿Qué gratos momentos o qué tristes recuerdos vendrán a su mente cuando mira el mar? Sé que es extranjero al oír su acento cuando habla con otras personas. Un día, por curiosidad, me acerqué a él lo más posible. Me miró y me preguntó si me gustaba el mar, le contesté que si. A partir de ese momento entablábamos una grata conversación cada vez que nos veíamos y así me pude enterar de su secreto.
Acá, en su segunda patria, según él, hizo muchas cosas. Trabajó en varias tareas. Después de jubilarse compró una barca para pescar y entrar en ese mar que tantos recuerdos le trae.
Vive con su hermano mayor y su familia, que son los únicos familiares que tiene. Como habíamos entablado en esas conversaciones cierta amistad, no pude contenerme y le pregunté que recuerdos le traía el mar. Entonces él me dijo:
-El primer recuerdo es una mujer: mi madre. Después mis hermanos, éramos ocho, dos mujeres y seis varones.
A mi padre lo recuerdo menos porque estaba siempre muy ocupado para mantener a la familia. Yo soy el menor de todos los hermanos.
Se vino la guerra. Mi padre y seis de mis hermanos fueron alistados y obligados a ir a las filas de combate. Una hermana mía, que tenía catorce años y yo, que sólo tenía doce, quedamos en casa. Mi madre, a pesar de la crisis de la guerra,nos crió bastante bien, pero en las noches la oíamos llorar y llorar antes de dormir (si es que dormía algo).
Eran seis hijos y su esposo que la patria le había arrebatado.
Así pasó el tiempo y a los dos años nos enteramos que mi hermano mayor, siendo prisionero del enemigo, había escapado en un barco mercante que lo trajo para América.
Después de esa noticia, todas las otras que llegaron fueron malas. Papá y dos hermanos que estaban en la Marina se dieron por desaparecidos en el mar. Mi hermana mayor, que era enfermera, murió al caer el avión que la transportaba hacia un hospital de campaña y mis otros dos hermanos fueron matados en el frente de batalla.
A partir de entonces, mi hermana y yo tuvimos que hacernos cargo de mamá. Ella no pudo soportar el peso de tanta tristeza y poco a poco se fue apagando hasta que murió. Nosotros tuvimos que subsistir buscando la comida y hasta robándola, pues ya no quedaba nada de alimentos.
Un día me tocaba a mí la tarea de buscar comida. Escondido ví cómo el enemigo, que ya había llegado a nuestro pueblo, arrasaba el mismo no dejando nada en pie. Vi también cuando voló mi casa a causa de un mortero estando mi hermana adentro. Corrí y corrí llorando hasta llegar a la costa, esa costa que me había dado tantas satisfacciones cuando con la familia armábamos los días de campo con abundante comida y mucha bebida, linda música con el violín de papá, muchas risas y alegrías.
A esa costa llegué llorando y de esa costa me escapé para llegar aquí, donde estaba mi hermano.
Esos son mis recuerdos. Yo nunca quise formar una familia porque espero la hora de mi muerte para reunirme con aquella, mi familia. No creas que la busco, porque sé que ella llegará y yo la espero aquí. FRENTE AL MAR... |