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El vagón se tambaleaba mientras recorría el breve trayecto en obras entre parada y parada. Mi mirada vagaba entre las personas que allí nos apretujábamos de camino a la zona universitaria. Allí nos apilábamos gran cantidad de alumnos, algún profesor y gente que tal vez pasaba por aquí. Los empujones y el agobio no eran lo peor. Lo peor es ver la misma mirada en todos los rostros, una mirada perdida en el infinito, con los ojos apagados, como de resignación. Una mirada que probablemente también estaría dibujada en mi rostro.
Pero ahora que me fijo más detenidamente puedo ver que no todo el mundo se ve arrastrado por ese sentimiento que parece que llene el vagón. Entre los cuerpos apretados puedo ver a un chico con el pelo largo, despeinado y desaliñado y unas ojeras que le podrían llegar a la barbilla. Pero aun así una sonrisa ilumina su boca y un brillo para mi desconocido aparece en sus ojos. Su mirada observaba todo lo que pasaba por la ventana, contemplando el mundo a su alrededor mientras los demás viajeros solo lo dejábamos pasar.
Pero no es el único viajero que sonríe. También aquella chica de allá, que sentada en su silla juguetea con la cremallera que difícilmente sube por su barriga. Ignorando todo lo que la rodea, sigue absorta mirando la cremallera. Parece que no le importe lo que piensa la persona que está a su lado respecto a su peso. Está más allá de eso, se ha aceptado a si misma tal y como es y se siente a gusto. ¿Qué más dan los demás?
De entre tanta gente del tren, es extraño que tan pocos sonrían, ¿cuántos en total? ¿Tres? ¿Tal vez cuatro? La anciana que está junto a la ventana tal vez tenga la sonrisa más radiante de todas, a pesar del bastón que descansa a su lado y la pesada bolsa que reposa a sus pies. Su vida ha sido larga y a pesar de todo, se ha dado cuenta que en el final, ya cercano, los recuerdos buenos sobrepasan con creces a los malos. El dolor queda sofocado tras la alegría de una vida cumplida.
El tranvía llega a mi parada y yo bajo ahora con una sonrisa en la cara, sabiendo que en el próximo viaje habrá una persona más sonriendo y unas cuantas más que aun se preguntan el porque de esas sonrisas. |
Texto agregado el 17-04-2008, y leído por 159
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