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HAY QUE SER POSITIVOS



Hace unos días pude leer en una frase que escribió uno de mis amigos escritores, las siguientes palabras: "...la vida es cruel...". Y de una manera un tanto paradójica, esta corta oración gramatical, me llenó de tranquilidad y, hasta diría yo, que de cierta alegría. Por fin encontraba a alguien que pensaba igual que yo.
Puedo decir, sin faltar a la verdad, que mi vida es bastante larga y con toda la experiencia adquirida que es lo mejor que tiene la vejez, por no decir lo único, jamás he encontrado a nadie que aceptara esas palabras: "...la vida es cruel...". Cada vez que me aventuraba a decirlas en presencia de alguien, la respuesta me hacía sentirme, como mínimo, avergonzada además de aislada, pesimista y persona "non grata" en cualquier círculo amistoso. "Esta tía es un cenizo" , era lo que podía oír con más frecuencia en ese vocabulario coloquial que tan popular se ha hecho en nuestra sociedad. Pues mira tú por dónde, al fin encontraba alguien que creía lo mismo que yo... en la crueldad de la vida.
¡Tienes que ser positiva! ¡Eres lo que piensas! ¡La vida te da lo que le pides! ¡Y un pimiento...! Respondo yo por no ser más vulgar. Me vais a perdonar todos mis posibles lectores pero la vida no da nada más que contrariedades y eso siendo muy generoso.
Desde que naces hasta que mueres, ese tránsito por este mundo en el que, no sé por qué, nos ha tocado vivir, es una continua lucha. Naces llorando; para que te alimenten, debes llorar (eso si pueden alimentarte) porque si no lo que tienes que hacer es acostumbrarte a pasar hambre y a que el estómago disminuya de tamaño para que no sea ten pedigüeño. Si tu vida se desenvuelve en un ambiente medianamente normal, surgen problemas con tu propia personalidad, los cambios de actitud, de carácter. Comienza el extraordinario proceder de quienes te rodean y que ni entiendes ni te entienden. Y llegamos a la madurez. Desamores, soledad, incomprensión, dificultades económicas. Decepciones, traiciones de quienes menos las esperas, a veces incluso, falta de salud y empieza el peregrinaje por clínicas u hospitales. Médicos y enfermeros como poco, indiferentes. Y así, lentamente, llega la vejez. Y aquí es donde está la mayor crueldad de la vida porque llega a escondidas. Está acurrucada en un rincón invisible que nunca tiene luz. No la ves. Pero, de pronto, un día, ya no puedes leer sin gafas, te cansas más de lo normal, los huesos se deforman. Te das cuenta de que ya no ríes como antes y te sorprendes ¿qué ha pasado con tu alegría? ¿Y las esperanzas e ilusiones? Miras a tu alrededor, en tu interior. Planteas por enésima vez tus metas. ¡Han desaparecido! No existen. Y entonces intentas ser optimista... ¡Hey... que la vida te da lo que le pides...! ¿A dónde vas con esos pensamientos tan lúgubres...? Y miras lo que eras, lo que tenias... Y te falta la mitad... Un hijo que desapareció "cruelmente" de manera incomprensible en lo mejor de su vida..., un esposo que te dejó sola aunque haya sido de manera involuntaria..., amigos que se alejaron... (¡uf! ¡esta trae mala suerte). Al cabo de unos días recibes su carta explicándote sus desconsuelos y pidiendo ayuda y comprensión... ¡ya le tocó la china! Y empieza el peregrinaje interno.
Tengo que seguir... tengo que seguir... Al abrir los ojos por la mañana, no intentes cerrarlos de nuevo. Mira por la ventana, la luz del sol está ahí, alumbrando para todos. ¡Despeja tu cara con una sonrisa! Mientras tomas el café con un montón de pastillas para evitar una trombosis de cualquier tipo y poder seguir al pie del cañón con la antorcha en la mano, debes pensar como vas a hacer un pago que te reclaman. Hoy no se puede salir... hay que reducir gastos -si es que se pueden reducir más-. Bueno... hoy hace sol... alguien te llamará y te dirá: "¡Hola, aquí estoy! ¿Te quiero, no? ¿Necesitas ayuda?" Sin embargo, pasan las horas en silencio. ¡No! Te dices a ti misma "saldré a la calle, pasearé y me despejaré. Volverá el entusiasmo". Sí, sales. Incluso te pones guapa... Al cabo de una hora de dar vueltas, entre tiendas con toda clase de objetos que no puedes comprar, gente con cara malhumorada, muchachos alocados que no quieren saber nada de problemas, son jóvenes... ¡la vida es bella...! Vuelves a casa ahogando las lágrimas y enciendes... sólo una luz... hay que pagar la factura este mes. Vuelves a sentarte en la butaca. ¡¡Puedes considerarte privilegiada!! Tienes un techo donde cobijarte y ¡hasta una butaca preferida! ¿qué más quieres? ¡Cuántos hay que no tienen ni eso!
Bueno el día termina. Estás cansada, agotada... ¿Cómo será la muerte? Probablemente será un descanso... Sí, estoy de acuerdo con ese amigo escritor al que no conozco personalmente. ¡La vida es cruel...!
¡Pero de qué te quejas.... Si hasta tienes un ordenador...!

Texto agregado el 16-04-2008, y leído por 115 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
16-04-2008 ay dan ganas de morirse! jajaja ni loca la vida es bella a pesar de todo divinaluna
 
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