Entró en la habitación sin pensarlo demasiado, era la única manera de lograrlo, hacía mas de veinte días que lo venía intentando pero los fantasmas le impedían abrir la puerta para por fin comenzar a superar el trauma, resultó ser mas difícil de lo que hubiera imaginado, el dolor era inconmensurable y solo ella sabía lo difícil que le resultaba mantenerse con vida, era tal la opresión que sentía en el pecho que sus pulmones no lograban llenarse de aire lo necesario para mantener la sangre oxigenada, y de esta forma sentía que poco a poco se estaba envenenando, sabía que debía romper esa espiral descendente que en poco tiempo la terminaría destruyendo, debía por fin abrir la puerta y dar el primer paso.
Tomó con firmeza el picaporte, mantuvo cerrado el otro puño, cerró los ojos, inspiró lo mas profundo que pudo, y puso un pié en la habitación, sus piernas flacas temblaron, un sudor frío le recorrió el cuerpo por completo, se sintió tambalear y abrió despacio sus ojos para no perder el equilibrio, una tenue luz se colaba por las hendijas de la persiana, curiosamente una sensación de paz le recorrió cada fibra de su cuerpo, cada gota de su sangre, sus ojos se llenaron de lágrimas, tantas que por un buen rato no pudo distinguir mas que una luminosidad cálida, de pronto se encontró con que su respiración era profunda y pausada, las cosas estaban mejorando, se sintió viva, abrió la persiana de par en par, apoyó los codos en el marco de la ventana y puso su cabeza en sus manos para contemplar la bella tarde de otoño, la vida continúa.
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