Manos invisibles aseguran puertas a doble llave, y protegen celosamente el parco adentro del afuera azaroso (la apatía versus la voluntad). Las saqueadas paredes que agravan mi intimidad, me reciben exhausto con la vana satisfacción de haber cumplido monótonas pluralidades. La noche deja caer su implacable manto, sobre los hombros de la grey como bálsamo, aliviando las heridas triviales, que no conmueven a nadie. Agudas sirenas esparcen sus latidos por los umbrales de la oscuridad no hay signo en la calma tediosa ni sosiego a pesar de mi entorno. Restos de un susurro deshecho despojos de un cielo compartido vestigios de un desvelo insistente variaciones de un destino perdido.
Texto agregado el 15-04-2008, y leído por 116 visitantes. (5 votos)