El último café no lo pude beber, se enfrió en esa mesita de París cuando vi que te marchabas en esa tarde gris. Café oscuro como mi vida compañía amarga de mi querer fue en la triste despedida donde nada pude hacer. La brisa cantora del Sena ya no agita tus cabellos se conmueve con mi pena y se eleva hasta el cielo. Adiós, muchachita de París.
Texto agregado el 15-04-2008, y leído por 645 visitantes. (29 votos)