Vi un rostro, ventana a los recuerdos, y creí verte a ti.
Fui, de pronto, un triste fragmentado queriendo sonreír.
Había mucha gente, y aún así grité.
Tu nombre en forma de mi voz,
vagó entre sordos confundidos.
Y tú… tú no respondías.
¡Oh, los momentos me invadían!
Ese, cuando tus pensamientos fluían de tus ojos a los míos,
en silencio puro, acallado por nuestros respiros.
Cuando besé tus parpados tranquilos, y adoré el aroma de tu cuello, tu cabello en mi mejilla, tu ser abrigado en mis brazos.
Tus ideas frágiles, diamantes intangibles.
Y tus preguntas, que prefería no responder.
Nuestro futuro, desde el pasado escrito como en biografías de dos vidas.
Una triste y otra alegre…
Sí. Eso yo lo sabía,
y tu nunca siquiera lo comprenderías.
Vi, entre mucha gente, esa chica parecida a ti. Se me había salido tu nombre y nadie había respondido. Ella seguía su camino… mientras la ventana a los lejanos recuerdos se disolvía tan rápidamente como había aparecido. Como vestigio material, solitaria y tibia quedó una lágrima… pero también, entre mis manos nerviosas y apresuradas desapareció fugazmente.
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