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Entonces volví a mirar sus anchos hombros de ébano contorneados en oscuros sentimientos. Me deslicé desde los confines de sus bustos enredados en intransigentes betas por esa cintura estrangulada, hasta caer precipitadamente en caderas geométricas, entrando y saliendo de los estáticos retazos de sus piernas, sin dejar de repetir su nombre. Bajo las extremidades yacía quieta en una sucesión de ensueños, donde volvía a renovar el esqueleto de mujer ante mis pensamientos. A veces la primavera bañaba los instantes de su cuerpo perpendicular y solitario, haciendo de mí una marioneta inmersa en esos mismos ojos mustios. Lo era todo; mi sombra; mi amante; la propiedad de lo indebido; extraordinaria; desconcertante, como una misteriosa arquitectura desprovista de otras pieles y otras carnes.
Su esqueleto silencioso fue el único testigo de lo que realmente amé. Ahora, después de esas largas horas compartidas bajo la serenidad del tiempo, he comprendido que nada tengo sin su compañía...
Ese perchero de sus sueños...
Ana Cecilia. ©
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Texto agregado el 16-04-2004, y leído por 350
visitantes. (10 votos)
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Lectores Opinan |
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19-04-2004 |
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Completo, artificios literarios, creatividad, descripcion,pasion, deseo, tu...tus letras y tu genio fundido en estas tus letras de nuevo. Genial !!!. adrianu |
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16-04-2004 |
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geniallllllllllllllllllllllllllllll*****no má palabras que ésta india |
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16-04-2004 |
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Ja. Y el otro deshaciéndose en versos eróticos. Regálale el perchero para que le escriba una oda... GUI |
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16-04-2004 |
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Maravillas es la descripción del amor a un perchero, donde se cuelga la ropa jejej no es de muerte, besossss AnaCecilia |
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16-04-2004 |
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Lo tuyo siempre es de ¡muerte!¡Virgen! O ya son cadáveres o se quedan clavados en el texto!. Lo de mandril es para subirlo como complemento. maravillas |
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16-04-2004 |
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Apabullante descripción donde no cabe casi ni la lectura, para dejar tanta pasión en una imagen que se adivina...
Muchos piscos... rodrigo |
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16-04-2004 |
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Recorriéndote
Quiero morder tu carne,
salada fuerte,
empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo,
seguir por ese pecho con el que sueñan mis sueños
ese pecho-cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Quedarme allí un rato largo
enredando mis manos
en ese bosquecito de arbustos que te crece
suave y negro bajo mi piel desnuda
seguir después hacia tu ombligo
hacia ese centro donde te empieza el cosquilleo,
irte besando, mordiendo,
hasta llegar allí
a ese lugarcito
-apretado y secreto-
que se alegra ante mi presencia
que se adelanta a recibirme
y viene a mi
en toda su dureza de macho enardecido.
Bajar luego a tus piernas
firmes como tus convicciones guerrilleras,
esas piernas donde tu estatura se asienta
con las que vienes a mi
con las que me sostienes,
las que enredas en la noche entre las mías
blandas y femeninas.
Besar tus pies, amor,
que tanto tienen aun que recorrer sin mi
y volver a escalarte
hasta apretar tu boca con la mía,
hasta llenarme toda de tu saliva
y tu aliento
hasta que entres en mi
con la fuerza de la marea
y me invadas con tu ir y venir
de mar furioso
y quedemos los dos tendidos y sudados
en la arena de las sabanas.
(gioconda Belli) MAndril |
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16-04-2004 |
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Está de maravillas. Describes tan bien, que imagine los cuerpos, las sensaciones y me quedé con el último pensamiento "nada tengo sin su compañía". Saludos Anita.
meci |
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16-04-2004 |
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huy, huy!! mis estrellas anemona |
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