Una nube se desplaza silenciosa, ligera de maldad, dirgida ciegamente por la pasíon violenta de recorrer cualquier distancia, dichosa de su felicidad, consciente de la suerte de poseer la naturaleza del espacio.
Bajo su sombra dos gatos intentando con movimientos rápidos y esporádicos recuperar la hoja que el viento intenta arrebatarles.
Yo, ante la ventana, sonrio por el gracioso espectáculo que me ofrecen esos dos pequeños mamíferos.
No entiendo la ley de la naturaleza porque me he dejado llevar por la facil vida que es demostrar que solo somos persona.
Si fuera uno de los gatos o la nube.