Hace unos días María me comentaba como hacía para escribirle tanto al dolor.
Pensé en eso toda esta noche, y hoy recordé, su voz, sus palabras detrás de esa foto en blanco y negro, y me dije, “más difícil aún, es escribir cosas del amor…el dolor viene solo”
María, sabes, tu puedes lograr cambiar lo duro, lo doloroso, lo lejano, lo oscuro, en frases perfectas que te llenan de paz, eso es lo difícil…
Te permites la nostalgia y el dolor solo como compañeros de salida, nada más.
Eso no es fácil, María…
-¿Capitán, Cuando recibiremos esas armas que nos prometió?
-Yo no les prometí, hijo.
-Pero capitán, ¿para qué estamos aquí, sino es para aprender a matar?
-Tienes razón hijo…
En el final de los días, ese ultimo instante de respiración del mundo.
En el final de la creación. De la completitud más absoluta despedazándose,
allí estarán estas mismas preguntas.
María seguirá escribiendo frases que dejan caer lágrimas de puños apretados.
Continuará ese camino que comienza con el final mismo del todo…de la nada.
-Capitán, ahora que ya tengo esta arma, ¿puedo tirar?
-Si, hijo, pero ¿a qué objetivo? ¿Ya lo definieron?
-No capitán.
-Entonces hijo vete a escoger uno.
Es así, cuestión de suertes nomás.
La muerte te elige,
Tú la eliges.
Cuestión de suertes, nomás.
A veces no toca lo mejor,
sino lo que nos toca.
-Capitán, ¿hasta cuando debemos disparar?
-Hasta que no veas tu enemigo.
-Capitán, ¿y si se esconde?
-¡Lo deberás buscar!
-¿Y si me hiere o mata?
-Hijo, tu comenzaste a beber, el vaso estaba repleto de zumo,
ahora cuanto mas bebes, más se desborda sobre tu cuerpo.
María no confía en la muerte.
Dice que ella no nos visitará.
Cree que nos rodean mil demonios que no son mil demonios sino Ángeles,
Ángeles que ríen y lloran cada día que te le escapas.
María ¿serás tú un ángel?
María ¿te irás hacia esa luz sola?
¿Y los demonios?
-Capitán, he decidido ir al pueblo.
-¿Que harás allí hijo?
-Trabajar en la granja con mi padre.
-¿Estás seguro?
-Si, capitán.
María, tenías razón. No existe la muerte.
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