La cantidad de luz no es alta y de las sombras oscuras, pocas pero determinantes se reconocen facciones. Contrastes que en conjunto generan las curvas de dos casi indistintos rostros, rostros de dos personas, solo separadas por su cabello, reconstruyendo lo que sería un recuerdo, una cajita sin abrir llevada por la excesiva exposición al sol y lijada por el polvo, olvidada en un gran baúl de lo que se podría considerar memoria.
Una foto, que ahora tortura los sentimientos de este demente que prefirió quedarse callado a la posibilidad del devastador “no” y sus consecuencias. Dos amigos que por ese momento parecían el uno para el otro en cohesión extraña y casi perversa para los bienes de este mundo.
La impresión de que tal cajita se abriera sería tan profunda que por eso decidió abandonarla en el fondo de un baúl por los dos participantes de tal retrato, admito que quisiera verla y recordar que en esos momentos todos éramos distintos y con cosas totalmente distintas en la cabeza, sea para bien o mal, un recuerdo tomado en la desesperación, en la ignorancia de no poder controlar los sucesos por acercarse, huyendo de la decepción pero sin tanto miedo en la sangre.
Yo lo llamaría
Demasiada precaución