Sobre los personajes: En realidad, aunque existan seis personajes, hay cuatro actrices y un actor, quien
interpreta ambos papeles masculinos, y es diferenciado el personaje por la presencia de una mujer distinta que acompaña sus acciones y los diálogos en unísono que están subrayados (no marcados en la página de los cuentos). Éstos personajes femeninos tienen libre opción de movimiento en el escenario, danzando por varios lugares la mayor parte del tiempo, aparecen y desaparecen con su personaje asociado.
En cuanto al tratamiento escénico: Faros se propone despojada. Pero no al modo de una economía escénica en cuanto a recursos escenográficos, de utilería, técnicos y lumínicos, sino radicalizado el despojamiento al punto de dejar totalmente al descubierto el espacio escénico. Literalmente no hay nada en el escenario más que sus propias paredes. No hay muebles, no hay copas, no hay comida, (aunque los personajes se ofrecen asiento, beben hasta hastiarse, comen frenéticamente…) No hay tampoco, en su reemplazo, mímica alguna.
Los cuatro actores, de pie, transitan una historia donde nada es seguro, despojados de todo artificio posible, instando al espectador a construir un universo (incompleto) en su imaginación. La puesta en escena no termina siendo otra cosa que el ejercicio mental de alguien sentado frente a cinco actores.
Personajes:
RAFAELA
JEREMÍAS
MUJER I (SIGUIENDO A JEREMÍAS)
CARLOS
MUJER II (SIGUIENDO A CARLOS)
MARGARET
UN ESPACIO VACÍO.
1.
IDUNNA, RAFAELA Y JEREMÍAS.
RAFAELA: Pobre Margaret ¿no? Tan sola en la fiesta. Tan... Pobrecita.
JEREMÍAS: Qué raro Marcus.
RAFAELA: ¿Por qué raro?
JEREMÍAS: Que no haya ladrado.
RAFAELA: Le puse un bozal antes de salir.
JEREMÍAS: Un perro con bozal puede ladrar igual.
RAFAELA: No con éste. Con este bozal digo. Digo que con este bozal no puede ladrar. No me mires así.
JEREMÍAS: ¿Cómo?
RAFAELA: Se acciona con unas bisagritas. Es un sistema bastante sofisticado. Un sistema de púas se acciona a través de las bisagras y... Marcus es un perro inteligente. Supongo que en las cuatro horas que lleva puesto el bozal debió apreciar la ventaja de no mover la mandíbula. (PAUSA). Las púas apuntan directo a los globos oculares. ¿Entiendes?
JEREMÍAS: No.
RAFAELA: Quiero decir que por eso no ladró.
JEREMÍAS: Es un perro vigilante. No entiendo para qué tenías que hacer eso.
RAFAELA: Guardián. Se dice perro guardián, no vigilante. ¿A dónde vas?
JEREMÍAS: No sé para qué queremos un perro guardián que no puede morder. (SALE).
RAFAELA: ¡¿Me traés un whisky ya que...?! (TRAS UN MOMENTO, REINGRESA JEREMÍAS). ¿A dónde fuiste?
JEREMÍAS: A ver a Marcus.
RAFAELA: Lo que digo es que Margaret no tenía por qué ir sola a esa fiesta. ¿Me puedes explicar por qué él la tuvo que dejar?
JEREMÍAS: ¿La dejó?
RAFAELA: Sola. Ya no la quiere. Yo no puedo permitir... ¿Qué tienes en la mano?
JEREMÍAS: No pude sacárselo.
RAFAELA: ¿De qué hablas?
JEREMÍAS: El bozal. No pude sacárselo.
RAFAELA: La dejó. ¿Te das cuenta?
JEREMÍAS: No.
RAFAELA: Ese hombre la dejó. Y ahora... y ahora ¿yo me tengo que ocupar? ¿Te parece? ¿Qué hora es?
JEREMÍAS: Me rasguñó. Marcus. Me lastimó la mano. Vamos a dormir. ¿Quieres tomar algo?
RAFAELA: Ese perro detestable. Voy a tener que matarlo.
JEREMÍAS: No, Rafaela. No lo hagas.
RAFAELA: ¿Por qué?
JEREMÍAS: Vamos a dormir. Es tarde.
RAFAELA: Estás goteando sangre. ¿Cómo que te rasguñó? Ya que vas para allá dile a Carlos que baje por favor.
JEREMÍAS: Está durmiendo.
RAFAELA: ¿Cómo sabes?
JEREMÍAS: Debe estar dormido.
RAFAELA: Que se despierte y baje. No tengo toda la noche. Necesito que él lo haga. (SALEN. TRAS UN MOMENTO, VUELVEN A INGRESAR.) ¿Y? ¿Baja? (JEREMÍAS LA MIRA). Carlos. ¿Baja?
JEREMÍAS: Se quejó de un sueño que interrumpí.
RAFAELA: Lo estás malcriando, Jeremías. No entiendo para qué. ¿Te pusiste algo?
JEREMÍAS: Me lavé.
RAFAELA: Anda, ponte algo. No quiero que me manches con...
JEREMÍAS: ¿Una venda, dices?
RAFAELA: Sí, algo así.
2.
CARLOS: Me despierta Jeremías. Me acaricia con dulzura los brazos y las piernas como si en vez de despertarme quisiera hundirme con suavidad del otro lado de mi pesadilla. Me levanto confundido, como siempre. Rafaela me da el arma. Subo al coche. Sé que voy a volver pronto, que meterle una bala a un fulano... Estaciono el auto cerca del muelle. Dejo la puerta abierta, el motor encendido. Pasando el muelle, en la playa, camino metiendo mis zapatos impecables en el lodo arcilloso y marrón del río. Es absurdo suponer que allí voy a encontrar al hombre, al... al novio de Margaret. Yo no lo conozco. Pero allí está. Me da asco el olor del río. Disparo. El aire retumba como un golpe seco y lejano. La pierna derecha se dobla y el cuerpo cae de costado como en un tropiezo abrupto, imprevisible. Es evidente que él sabe que va a morir. Vuelvo a disparar. Tres veces. Es fácil. Después me siento sin que nada me importe. Aunque pienso: voy a tener que mandar el traje a la tintorería.
3.
JEREMÍAS Y RAFAELA.
JEREMÍAS: Ya está. Ya... Quiero decir, me vendé. (RAFAELA EMPIEZA A DESVESTIRSE)
RAFAELA: Bájate los pantalones. (JEREMÍAS LA MIRA EXTRAÑADO). Rápido, que va a bajar Carlos. (JEREMÍAS COMIENZA A HACERLO).
JEREMÍAS: Ya bajó.
RAFAELA: ¿Cuándo?
JEREMÍAS: Salió por la cocina. Por la puerta de atrás. Manejó hasta el muelle. Estacionó el auto y bajó con una pistola en la mano. No me mires como si no supieras que se la diste.
RAFAELA: ¿Se la di?
JEREMÍAS: El motor quedó encendido y la puerta abierta.
RAFAELA: ¿Las luces también?
JEREMÍAS: ¿Cómo?
RAFAELA: ¿Las luces también quedaron encendidas? Las del auto, digo.
JEREMÍAS: ¿Cómo voy a saberlo? Yo no estaba ahí.
RAFAELA: Una noche nublada en la playa del río. Las luces altas del coche marcan una luminosidad opaca contra las ondulaciones inofensivas del agua.
JEREMÍAS: No había luces. El auto estaba de espaldas a la playa. Aunque hubiesen estado encendidas las luces, no se hubiesen visto.
RAFAELA: No, claro. No sobre el agua. Súbete eso. (SILENCIO). Súbete eso. Vístete.
JEREMÍAS: (SUBIÉNDOSE LOS PANTALONES). Habría que dibujar un plano, un croquis; del muelle y la posición del auto. Subo.
RAFAELA: No dejes el vaso acá. Se te cayó la venda. (JEREMÍAS SALE. SE OYEN VIOLENTOS RUIDOS QUE LLEGAN DESDE AFUERA). ¿Pero qué es eso? ¿Qué es ese ruido? ¿Qué están haciendo? ¡Jeremías! (ENTRA CARLOS). ¿Qué pasó?
CARLOS: ¡Marcus!...
RAFAELA: ¿Sabes el susto que me pegaste?
CARLOS: ... ¡está ciego!...
RAFAELA: ¡Yo estoy sola acá ¿entiendes?!
CARLOS: ... ¡esa cosa que le pusiste, se le hundió!
RAFAELA: ¡Pero es un perro, querido! ¡Es un perro! (PROLONGADO SILENCIO). ¿Está ciego, dijiste?
CARLOS: Se le reventaron los ojos.
RAFAELA: ¡No!
CARLOS: Está todo lleno de sangre. Un asco.
RAFAELA: ¿Qué? ¿Le dio... le dio justo en los... globos oculares? Ah. Funcionó, entonces. Qué increíble. (SILENCIO). Se lo buscó. Ese perro se lo buscó.
CARLOS: Ahora hay que sacrificarlo.
RAFAELA: Sí, ahora hay que sacrificarlo.
CARLOS: Sí.
RAFAELA: Sí. (SILENCIO). Ah, no. No me mires a mí. Para eso está la veterinaria.
CARLOS: ¿La llamo?
RAFAELA: ¿A Margaret? ¿Te parece, después de...?
CARLOS: ¿Por qué a Margaret?
RAFAELA: Por Dios, Jeremías.
CARLOS: No soy Jeremías. Soy Carlos. Yo ni siquiera conozco a Margaret. ¿Estás bien?
RAFAELA: ¿Carlos? Claro, ¿cómo pude...? ¿Te pusiste...?
CARLOS: Sí, un saco de él. Como estuve en la playa. Me ensucié un poco. El lodo.
RAFAELA: Es increíble lo parecidos que están. Quiero decir, a mí nunca me había pasado que... Carlos, claro, mi amor. ¿Ya estás de vuelta, entonces? Volviste del río y te pusiste su ropa. Estás usando la ropa de Jeremías. Te queda cómica. ¿Tú sabes qué por un momento pensé que eras él? Yo pensé que eras él. ¿Por qué hay tan poca luz? Empiezo a sentir hambre. ¿Qué horas serán?
CARLOS: No sabía que Margaret era veterinaria. Puedo llamarla. Puedo llamarla y decirle que venga. Me gusta. Me interesa. Me hablaste tanto de ella. Tú y Jeremías me hablaron tanto de ella. Tiene algo... Algo atractivo, algo trágico. No te rías.
RAFAELA: ¿No estarás pensando en tirártela? Margaret es mi mejor... mi más...
CARLOS: ¿Tu más...? ¿Tu más qué?
RAFAELA: No sé. Nunca me conformo. Fue estúpido que se comprometiera afectivamente con él, con... con ese hombre. Igualmente no estoy satisfecha. Los faros rojos de la parte trasera del auto estacionado frente a la playa del río son como dos ojos, ¿entiendes? Jeremías subió a dibujar un croquis. Bueno, tú estuviste ahí.
CARLOS: Jeremías está abajo, llorando sin parar. Ese pobre animal sufre espantosamente. Sacude la cabeza contra las paredes de la cochera como un poseído. Es insoportable. Necesito tomar algo.
RAFAELA: ¿Piensas que Margaret podría amarme siendo infeliz? (SILENCIO). ¿Me quieres? Podrías haber dejado de quererme y yo no lo sabría. Por eso me lo tienes que decir. Me lo tienes que decir ahora, Carlos. ¿Cómo me daría cuenta si no? ¿Tengo que suponerlo? Sobre todo después de ese viaje tan largo.
CARLOS: ¿La llamo, entonces? A Margaret.
RAFAELA: No. La llamo yo. La voy a llamar y le voy a pedir que venga. Que mate a ese perro. Y que hablemos. Y mientras la esperamos me vas a contar todos los detalles de la playa.
4.
RAFAELA Y MARGARET.
RAFAELA: ¿Quieres sentarte? Jeremías, ¿puedes venir? (ENTRA JEREMÍAS).
JEREMÍAS: ¿Dónde está Carlos?
RAFAELA: Subió a cambiarse.
JEREMÍAS: ¿Quieres un vaso de algo? Dale algo.
RAFAELA: No quiere nada. ¿Quieres algo? (PAUSA). ¿Todo bien? Quiero decir; el auto, ¿pudiste estacionarlo bien? Apagaste el motor. Te acordaste de eso ¿no?
JEREMÍAS: Hay tantas aves. Es tonto, pero a veces pueden estropearte el auto.
MARGARET: ¿Dónde está?
RAFAELA: (A JEREMÍAS). Acompáñala.
MARGARET: No me toques. (SALEN. INGRESA CARLOS).
CARLOS: ¿Llegó?
RAFAELA: Está en el estacionamiento. Con Jeremías. Creo que hay algo entre ellos. Ella está tan sensible. Ella es sensible. (DESDE AFUERA SE ESCUCHA A MARGARET).
MARGARET: El procedimiento es simple. Primero, si el perro ya está quieto, se le induce el sueño con un algodón empapado en éter. Después se aplican dos inyecciones. La primera es sulfato de magnesio. La segunda fenobarbital. Las dos en la yugular. Funcionan como depresores del sistema nervioso. Terminan provocando un paro cardio-respiratorio. (SILENCIO).
RAFAELA: ¿Ponemos algo? (SILENCIO). De chicas aprendimos esas cosas de un manual de papá. Había estudiado algo de medicina. Practicábamos con gatos, con cobayos. Con cobayos y con... ¿cómo se llama ese animal?
CARLOS: Perro.
RAFAELA: No. Hurón. Con hurones. (CARLOS SACA UN CD DE SU BOLSILLO Y LO ESTRELLA CONTRA UNA PARED. COMIENZA A OÍRSE, DE LA CANTATA “CESSATE, OMAI CESSATE” RV 684 DE VIVALDI, EL SEGUNDO MOVIMIENTO LARGHETTO & ANDANTE MOLTO: AH CH’INFELICE SEMPRE.) Qué lindo esto. (CARLOS SE SIRVE UN WHISKY. SE MIRAN CON CARLOS. CARLOS BEBE). Es triste ¿no? (CARLOS LA MIRA Y SALE. RAFAELA ES PRESA DE LA CONGOJA. EL MOMENTO SE PROLONGA. REINGRESA CARLOS CON MARGARET. LA MÚSICA CESA). ¿Pasa algo con la luz? ¿Estoy bien acá en la luz?
CARLOS: Tenemos hambre. (SILENCIO).
RAFAELA: Hacía mucho que no entraba en la cocina. Es un lugar... claro que sí. Es un lugar extraño. Ah sí, voy a cocinar. Veo. Lo veo. Veo lo que vamos a comer. ¿Qué es eso?
CARLOS: El horno. (RAFAELA SALE).
MARGARET: No tuvimos oportunidad de hablar. Rafaela me comentaba que estabas de viaje.
CARLOS: Dieciocho años. Sí. Durante dieciocho años.
MARGARET: El parecido físico con Jeremías es bastante...
CARLOS: Sí, a primera vista somos idénticos. Eso complica siempre las cosas. Viajé por el mundo, Roma, Londres, Birmania un poco. Me hice un tatuaje allí. Del paisaje. Claro, el mundo, las experiencias me cambiarían, me harían diferente a Jeremías. Y cambié. Mira.
MARGARET: ¿Éste eres tú?
CARLOS: Hace dieciocho años. Ahora soy una buena persona.
MARGARET: ¿Ah, sí?
CARLOS: Ahí estoy en el palacio... Mucho fervor monárquico últimamente en Europa. Lo gracioso fue que al volver Jeremías también había cambiado. Y seguimos siendo idénticos. A primera vista. Es cínico. Duermo en el cuarto de arriba.
MARGARET: Es chocante más bien. Me refiero a que es tan poco imaginativo. Dos personas que son tan parecidas. Es tan poco imaginativo. Bueno, Rafaela no piensa así. Rafaela es tu...
CARLOS: Sí, es ella.
MARGARET: Claro. (MARGARET SUFRE UN REPENTINO, EXTREMO E INLOCALIZABLE DOLOR FÍSICO).
CARLOS: ¿Estás bien? (MARGARET SE RECUPERA).
MARGARET: Es por los clavos. Con la humedad, el salitre... Tuve un accidente cuando... Hace años. Rafaela iba al volante. Yo había bajado para abrir la puerta y... Bueno, ella no lo recuerda. Nunca lo recordó. Y yo nunca quise que supiera. Pobrecita... Todos creían que yo iba a quedar paralítica. Toda esta parte de acá es sintética. Plástico. Un plástico especial. Una serie de operaciones en el extranjero.
CARLOS: También viajaste, entonces.
MARGARET: Sí. Por aquí, por allá. Aunque no recuerdo el nombre de las ciudades. Sufría dolores espantosos. Me mantenían sedada durante semanas enteras. Existen sedantes maravillosos, milagrosos. La ciencia es algo... muy... (MARGARET HACE UNA DEMOSTRACIÓN DE DESTREZA FÍSICA. CARLOS LA FESTEJA). Dormí durante todo ese tiempo.
CARLOS: Qué espléndido.
MARGARET: Durante casi todo ese tiempo. No estoy bien. No estoy nada bien. ¿Fuiste tú? Él era... Él hubiera sido un buen médico. Si alguna vez hubiese estudiado, claro. ¿Fuiste tú? ¿ Tú lo mataste?
(MARGARET SE ARROJA SOBRE CARLOS. ESTE LA HACE CAER AL SUELO. SILENCIO.) ¿Dónde?
CARLOS: En el río.
MARGARET: ¿Está...? Está ahí, quiero decir.
CARLOS: Hay luna nueva. Habrá crecida.
MARGARET: El río es tan majestuoso. Nos llena la costa de camalotes.
CARLOS: La playa. Dos brillos rojizos.
MARGARET: ¿No podrías prender otra luz? Es tan... (CARLOS LA AYUDA A LEVANTARSE. COMIENZA A SUSURRARLE ALGO AL OÍDO). ¡No! No quiero saber. No quiero conocer los detalles. Para ti es fácil porque... Pero yo, para mí no... ¿Sabes qué? No estoy en condiciones de manejar, ¿no te parece? No estoy en condiciones.
CARLOS: Estás borracha. (INGRESA RAFAELA).
RAFAELA: ¿Qué están haciendo? ¿Qué le estás contando? ¿Qué mentiras le estás contando?
MARGARET: No, yo no pregunto. No...
RAFAELA: ¿Por qué me miran así? ¿Por qué se miran así? Sí. Yo se lo pedí. Yo le pedí que lo hiciera. ¿Y? Lo hice porque te amo; yo no podía permitir que...
CARLOS: Sí. Ella me lo pidió.
RAFAELA: Hablo de Carlos.
MARGARET: Él es Carlos.
RAFAELA: ¿Por qué le mientes? ¿No ves que está mal? ¿No lo ves?
CARLOS: Soy Carlos.
RAFAELA: Basta, Jeremías. Conozco tu olor. Te conozco. (A MARGARET). Él nunca lo hubiera hecho. Es incapaz. (A CARLOS). No sé por qué te aguanto ahora que Carlos volvió. ¿Por qué no te vas? ¿Por qué no te vas de viaje? ¿Por qué no te vas? (CARLOS SALE. SILENCIO. MARGARET Y RAFAELA SUFREN UN ATAQUE DE RISA). Qué gracioso. Es igual que cuando tuve los mellizos.
MARGARET: ¿Mellizos?
RAFAELA: ¿No te acuerdas? Fue... Claro, tú habías sufrido el accidente; estabas... eras... un vegetal y yo... a mí me sacaron los... gemelos. Idénticos. Los idénticos son los que se llaman gemelos ¿no? Uno nació muerto. Pero como eran iguales, sentí que no me perdía nada. Nunca me interesó tener dos ejemplares de una misma cosa. Bueno, papá, en ese sentido, siempre... Te quiero tanto. Quiero darte un abrazo, como si fuéramos hermanas. Como si... ¿Me quieres? Margaret, ¿Tú me quieres? Estoy confundida, Margaret. Yo estoy... un poco mal. ¿Sabes qué estoy pensando? Que Jeremías intenta... Quiere volverme... Creo que Carlos nunca volvió. Creo que... quiero decir que creo que Jeremías es Carlos, que no me... que son la misma persona, ¿me entiendes? ¿Entiendes lo que te quiero decir?
MARGARET: Pero Carlos estuvo en el río mientras... En la playa.
RAFAELA: Sí, es cierto. Puede ser. Yo estoy un poco mareada. Sólo es eso. (SILENCIO). Yo sé que tú y Jeremías se acuestan. No te preocupes, lo entiendo. No les guardo rencor. Voy a la cocina. Tengo que ver cómo sigue el horno.
MARGARET: Estamos en la cocina.
RAFAELA: ¿Ah, sí? (INGRESA JEREMÍAS. RAFAELA SALE).
MARGARET: Abre el vino. ¿No dijiste que ibas a abrirlo? No me hace bien tomar. Pero qué remedio carajos. Yo lo amaba tanto. Pero también la amo a ella. Tengo que respetar ese amor. Tengo que corresponderlo. ¿La resignación es algo que podemos regalar a quienes amamos? Porque fue por amor. ¿Verdad? Fue por amor que me quedé viuda, ¿verdad? Que ustedes me dejaron viuda.
JEREMÍAS: ¿Viuda?
MARGARET: Es una forma, es una manera de decir...
JEREMÍAS: Rafaela cree que hay algo entre nosotros. Se lo dijo a Carlos.
MARGARET: ¿Es posible que Carlos y vos sean una misma persona?
JEREMÍAS: Es posible. Sí, claro. Cómo no. Es. Es... Cómo no. (JEREMÍAS TARAREA UNA CANCIÓN Y BAILA).
MARGARET: ¿Qué haces?
JEREMÍAS: Ah. Me distraje. (SILENCIO). No sabes cómo nos conocimos.
MARGARET: ¿Quiénes?
JEREMÍAS: Tú y yo.
MARGARET: ¿No?
JEREMÍAS: No, no lo sabes. Fue en el hospital. La clínica. Tú acababas de sufrir el accidente. Estabas inconsciente. Entré. Yo no te conocía. Eras una persona, una cosa que estaba muriendo. Ni siquiera distinguí si eras hombre o mujer. No me interesaba. Estabas muerta, estabas a punto de morir, qué importancia podía tener. Rafaela estaba ahí. Me gustó verla llorar. Me acerqué y... Fue bastante raro porque me subí, me monté sobre ella. Y todo pasó allí. Ella estaba en cuatro patas, así, como una perra. Yo sé lo hacía mientras miraba los aparatitos, el monitor. Quería ver si te estabas muriendo, si morías. No era nada personal. Me parecía importante. Lo que estaba pasando me parecía importante.
MARGARET: ¿Para qué habías ido a la clínica?
JEREMÍAS: Me enamoré. Me pareció tan... Me parecía osado lo que hacíamos. Ella se sacudía contra la cama de su amiga que se moría, de su... Ustedes son amigas, ¿no?
MARGARET: Ella es una persona muy importante para mí.
JEREMÍAS: ¿Pero qué son?
MARGARET: Ella es una persona, una mujer importante en mi vida.
JEREMÍAS: Cuando saliste del coma, ya estábamos casados.
MARGARET: Nunca me recuperé del todo. Del todo no. No completamente. Si no hubiera sido por Rafaela. Yo se lo debo todo. Por eso el primer día que salí; el primer día que pude estar en pie, salí y les compré el cachorro.
JEREMÍAS: Pensaba que si hubieses muerto en aquel momento. En el momento en que... Hubiera significado algo ¿no?
MARGARET: ¿Qué?
5.
JEREMÍAS, MARGARET Y RAFAELA.
RAFAELA: Vamos a comer. Pero antes quiero que me besen. Los dos. Quiero que todos me besen. Cociné para ustedes. Mientras adobaba la carne pensé en pedirles que me besaran. Justo antes de probar la comida. Vengan. Vengan.
JEREMÍAS: Carlos está haciendo trabajo en el fondo.
RAFAELA: ¿A esta hora?
MARGARET: Supongo que estamos todos un poco desvelados esta noche.
RAFAELA: Estoy fascinada con la imagen de los faros de color en el río. Prefiero no hablar del tema. Preferimos no hablar del tema. ¿A dónde vas?
MARGARET: A buscar a Carlos. No queremos que se lo pierda ¿verdad? (SALE).
JEREMÍAS: Se te ve contenta. Estás contenta ahora que Carlos volvió. ¿Estás contenta?
RAFAELA: Sí.
JEREMÍAS: ¿Tú también quieres metértelo en la cama?
RAFAELA: ¿Por qué no?
JEREMÍAS: Estoy celoso. Estoy enfermo de celos. Estoy... (SILENCIO). Lo que Carlos hizo no es un verdadero crimen. El concepto del crimen es diferente... es algo refinado, es... El crimen en sí mismo es tonto, vulgar.
RAFAELA: ¿Hablas de Carlos?
JEREMÍAS: Quiero decir que fui yo quien lo mató. ¿Entiendes?
RAFAELA: ¿Tú?
JEREMÍAS: Conceptualmente. Intelectualmente yo fui. Carlos es apenas un instrumento, un... Está bien, despréciame todo lo que quieras.
RAFAELA: Estoy extenuada, Jeremías. Es tarde, hice la comida, tomé demasiado... Y sé que me quieres. Lo que todavía no entiendo es por qué. ¿Por qué me quieres?
JEREMÍAS: Lo odio, Rafaela. (SE OYEN RUIDOS QUE VIENEN DESDE AFUERA). ¿Qué estarán haciendo?
RAFAELA: No sé. Supongo que se entienden. Hablas de Margaret y Carlos ¿no?
JEREMÍAS: Claro. ¿En nuestra cama? (SILENCIO). Se lo conté. Lo de la clínica. Se lo conté todo.
Rafaela lo muele a golpes. (EMPIEZA A SONAR MÚSICA DE SONAR LADIES´NIGHT DE RONALD BELL, KOOL & THE GANG POR KOOL & THE GANG, REINGRESA MARGARET BAILANDO AL RITMO DE LA MÚSICA. LO QUE SIGUE A CONTINUACIÓN HASTA QUE SE INDICA QUE CESA LA MÚSICA, ES APENAS AUDIBLE, A PESAR DE QUE TODOS HABLAN A LOS GRITOS).
MARGARET: ¿Se acuerdan? La regadera pierde. Está goteando. No hubo modo de...
RAFAELA: Siéntate a comer.
MARGARET: Me trajo a la memoria aquella película maravillosa que vimos juntas...
JEREMÍAS: Lo que yo te estaba queriendo decir es que el verdadero criminal está más cerca del concepto y más alejado del hecho. Quince y escribió...
RAFAELA: ¿De qué hablas?
MARGARET: De la película esa ¿cómo era que se llamaba? ¿Me siento aquí?
JEREMÍAS: El criminal puro nunca comete el crimen.
RAFAELA: ¿Ah no?
JEREMÍAS: No. Quien lo ejecuta es un torpe al que despertaron de una pesadilla incomprensible y...
RAFAELA: ¿Lo viste acaso? ¿Tú le viste la cara cuando Carlos lo...?
JEREMÍAS: Deja de hablar de Carlos. Déjalo. Basta. (A MARGARET). ¿Tú también vas a hablar de Carlos? ¿Quién puso esa música? ¿Carlos puso esa música? ¿Puedes bajar eso?
MARGARET: Es increíble, pero no me puedo acordar. Rafaela, estuvimos meses cantando la canción.
RAFAELA: ¿Nosotras?
MARGARET: Por Dios, Rafaela.
RAFAELA: ¿Fue antes de que me casara?
MARGARET: Éramos chicas. (LA MÚSICA CESA BRUSCAMENTE. TODOS MIRAN HACIA FUERA DE ESCÉNA. SILENCIO).
JEREMÍAS: El criminal puro brilla. Brilla ¿entienden? El concepto del crimen y el crimen mismo no coinciden.
RAFAELA: Ya dijiste eso.
MARGARET: Esto estaba delicioso. Increíble, pero delicioso. Ah, sí: Joan Crawford trabajaba. (CAE DE BRUCES). ¿Qué me pasa?
JEREMÍAS: ¿Qué te pasa?
MARGARET: No me puedo... No puedo pararme.
RAFAELA: ¿Qué te pasa?
MARGARET: ¿Dónde está? Jeremías, no te hagas el gracioso. ¿Fuiste tú?
RAFAELA: ¿De qué hablan?
MARGARET: Me falta una plaqueta. Una... Como una especie de manija de plástico rosado que va aquí, traba y destraba los huesos de la cintura. No se rían.
RAFAELA: Dásela, Jeremías.
JEREMÍAS: Yo no tengo nada.
MARGARET: Tú también te estás riendo.
RAFAELA: ¿Yo?
MARGARET: Te estás riendo. Te estás burlando.
RAFAELA: Trata de pararte igual. ¿A ver?
MARGARET: No puedo.
RAFAELA: Inténtalo.
MARGARET: ¿No ves que no puedo?
RAFAELA: Jeremías, ya... No te rías. Dásela.
JEREMÍAS: Déjala. Que se quede ahí tumbada. Si no te gusta, ayúdala. Ayúdala a que se levante.
MARGARET: (CANTA).
I’ve written a letter to Daddy
His adress is heaven above
I’ve written dear Daddy we miss you
And wish you were with us to love.
Instead of a stamp I put kisses
The postman says that’s best to do
I’ve written this letter to Daddy
Saying I love you.
(SILENCIO).
Me dejó porque se cansó de mí. No es difícil. No es difícil entenderlo. Todos esos viajes y los quirófanos tan iluminados. Ahora necesito mucha luz para dormir, sí, mucha luz. Y no era fácil. No, no era fácil soportar mis gritos de noche. Yo aullaba de dolor. Se cansó y por eso me dejó.
RAFAELA: Eso no es razón. Él no tenía por qué hacer eso. Si te hubiera querido como decía no te hubiera dejado. ¿No comen más?
JEREMÍAS: ¿Qué era?
MARGARET: ¿Qué cosa?
JEREMÍAS: ¿Qué era? ¿Qué comimos?
MARGARET: Yo tampoco tengo más hambre. No. Ya no pienso tanto en el suicidio últimamente. Ya no tanto.
JEREMÍAS: Lo atractivo del suicidio es que no puede distinguirse con precisión al criminal de la víctima. Si yo, por ejemplo, matara a Carlos ¿sería un crimen o un suicidio?
MARGARET: Eres mala, Rafaela. Eres una persona malvada y cruel. Yo te amo profundamente, pero quiero que sepas que tú manejabas el auto. Cuando yo bajé para abrir la puerta del rancho...
JEREMÍAS: Duerme. (SILENCIO). Efectivamente, Rafaela está dormida. Le di unas pastillas. Pocas. No las suficientes. Hoy no lo haría. Hoy no. Se las di para poder descansar. Todo tiene un límite. Más no la puedo querer. Más no te puedo querer, Rafaela. Por lo menos no todo el tiempo. Sé que no la quieres.
MARGARET: ¿Por qué dices eso? ¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a...?
JEREMÍAS: No. No la quieres lo suficiente. Yo lo maté para complacerla. Y tú no dejas de lamentarte. ¿Crees que la haces feliz así? ¿Eso crees?
MARGARET: No. Tú no lo mataste. Porque no eres Carlos.
JEREMÍAS: ¿Cómo sabes? (SILENCIO. JEREMÍAS SE ACERCA A ELLA. SE AGACHA. POR DEBAJO DEL VESTIDO INTRODUCE BAJO LA FALDA DE MARGARET, ELLA GRITA).
MARGARET: Me estás lastimando.
JEREMÍAS: Toma. Toma tu plaqueta.
MARGARET: No va así. No va así. (JEREMÍAS INTENTA OTRA MANIOBRA. TAMPOCO. JEREMÍAS FINALMENTE LOGRA ACOMODAR LA PLAQUETA CON LA AYUDA DE MARGARET). Ahora sí. (SILENCIO).
JEREMÍAS: Él era un buen perro. (A RAFAELA). Rafaela. Vamos. Es tarde. Está amaneciendo. El resplandor de la mañana me impide manejar. Podríamos sufrir un accidente.
MARGARET: El camino está cada vez más escarpado. (RAFAELA DESPIERTA). Después tienes que enterrar a Marcus. ¿La llevas tú?
RAFAELA: Traje el auto.
MARGARET: Cierto.
RAFAELA: Gracias.
MARGARET: No. Gracias a tí. Por todo. Cuando vayas a entrar al auto, cuidado con las aves. A veces se te meten. No sé por dónde. Si pasas por la costa, cerca del muelle, fíjate si está el auto todavía. Debería estar la puerta abierta y los faros encendidos. Y llámame después. Necesito saber si el auto está de frente o de espaldas al río. No creo que me acueste esta noche.
RAFAELA: Miren. Miren. Ahí afuera. ¿Lo ven? ¿Lo ven? ¿Lo ven?
MARGARET: Levantan vuelo.
JEREMÍAS: Lo trajo la crecida.
RAFAELA: Le falta un zapato (MARGARET QUEDA PASMADA, LUEGO SALE CORRIENDO. RAFAELA SE QUEDA MIRANDO. CUANDO MARGARET HA DESAPRECIDO RAFAELA DEJA ESPAPAR UN SOLLOZO, MARGARET SE HA TIRADO AL RÍO.) ¡No, Margaret! ¡No! (RAFAELA TIENE LA INTENCIÓN DE IR POR ELLA PERO JEREMÍAS LA DETIENE, AMBOS SE QUEDAN MIRANDO HACIA DONDE DESAPARECIÓ MARGARET. JERMÍAS SALE POR EL OTRO LADO. AL POCO TIEMPO SE ESCUCHA UN DIPARO, RAFAELA VOLTÉA, ESTÁ PÁLIDA. ENTRA CARLOS CON LA CAMISA LLENA DE SANGRE, LE SIGUE AHORA TAMBIÉN MUJER I, QUIEN ANTES SEGUÍA A JEREMÍAS)
CARLOS: Fue él, él se disparó. (HABLANDO LAS DOS MUJERES JUNTO CON ÉL. POCO A POCO LAS LUCES SE VAN APAGANDO)
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