Aprovecho este momento de vacío en mis actividades para escribir. Si hiciera caso a mis hijas , ellas dirían: si no podés , decí que no”
Si fuera tan fácil...! Busco en mi larga historia el origen de no poder disponer de mi tiempo y no logro ubicar el momento histórico.
Verano ,cuatro o cinco años de edad , me hacían una niña no muy diferente de la adulta que soy., más allá del largo camino recorrido.
Charla y mate entre hermanas: mi madre y mi tía vivían jardín por medio. Hora de la siesta, maridos trabajando, los pequeños durmiendo .
Graciela, andá a ver si tu hermana está durmiendo.
Graciela va, mira por el hueco de la llave, ve que su hermanita duerme. Vuelve , informa a su madre. Esto se repite varias veces durante la tertulia.
Graciela tiene hormigas en el cuerpo, por eso no duerme . Si se acuesta llena la pared de pocitos que hace con sus deditos flacos, hace la vertical en su cama contra la pared, la “vuelta carnero”, sueña con salir a jugar con sus primos, subir a los árboles, juntar florcitas en la quinta del abuelo.”La chiva” anda suelta , junta y luego llena frasquitos de vidrio con su cosecha y esconde lo que encontró en los galpones del abuelo y que supone que él ya no utilizará nunca.”La chiva” al decir del abuelo, ama la tierra y su obra, ama cada rincón desde la calle Serrano hasta la calle Muñoz, donde está todo lo que ella necesita para ser feliz en esa lonja de ciento veinte metros cuadrados.
¿Cuántos años pasaron desde que cazamos las últimas mariposas que formando nubes blancoamarillentas pasaban todos los veranos por Serrano? Salíamos con ramas de paraíso para poder atraparlas y luego ponerlas en cautiverio...y a los pocos minutos darles azúcar para que se repusieran y siguieran su camino....
¿Cuántos años desde que nos metimos por última vez en la esquina de Muñoz y España, luego de la lluvia , a chapotear con las botas de agua? Para mí , la última fue una vez que olvidándome que ya era una mujer, cuando llegué a casa con las botas llenas de agua, mi mamá me recordó que estaba menstruando, y que podía tener un golpe de sangre y volverme loca, y...y...y...¡ qué poco dura la infancia!
Uh! Las trepadas del alambrado que separaba mi casa del baldío donde “Morocho” guardaba su caballo,... las zanahorias silvestres apenas sacudidas contra la ropa para
quitarles la tierra , los hinojos , las frutas....la tierra, esa tierra.
Las fiestas : Navidad, Año nuevo , Pascuas los cumpleaños, los ravioles caseros de abuela Emilia, los pollos y conejos de abuelo Enrique, las tortas de comunión de la tía Rosa...
La paciencia del tío Pocho , llevando a todos los sobrinos en su vehículo del momento, cantando villancicos y canciones pegadizas por el pueblo.
Gracias al tiempo que he tenido en este intervalo de mi actividad pude revitalizarme de todo aquello que me llena de alegría porque tuve la gloria de poder disfrutarlo , , gloria de la que desgraciadamente no gozan los niños ni adolescentes de hoy,
O al menos la mayoría, considerados prescindibles desde los cuarenta y cinco días de vida y en algunos casos hasta siempre...
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