Los que tenemos algunos años, los nostálgicos que crecimos en la zona céntrica de la Ciudad de Avellaneda, recordamos con cariño el ultimo de los históricos bares del ayer, el García Lorca. Parada obligada de los muchachos después del baile, recital o cualquier salida de Sábado. En realidad no solo era patrimonio de los habitantes de la zona céntrica. Allí convivían los pendencieros del Docke, los graciosos de Gerli, los rockeros de Sarandi y los fanfarrones Céntricos que bromeaban al resto tratándolos de orilleros.
La leyenda urbana cuenta que el mismísimo poeta español que le daba el nombre paraba en una pieza de la casa de un amigo que se encontraba en el mismo terreno en que se levantaba el bar.
La pizza "del Lorca" –como lo llamaban cariñosamente los muchachos- era rica, las empanadas más o menos, pero la especialidad de la casa era la hamburguesa completa, una verdadera exquisitez.
El personal que trabajaba detrás de la barra cambiaba cada tanto, pero uno de los mozos era tan tradicional como el mismisimo bar, se trataba de Chirola, un petiso morocho de mal carácter que se embroncaba cuando lo llamaban a los gritos y casi nunca recibía propina. Igualmente era un personaje querido por los muchachos que lo hacían enojar adrede para divertirse.
Entre los borrachines que permanecían al elenco estable del lugar, el mas celebre era el ex jugador de fútbol Oreste Corbata, crack que supo hacer las delicias de los amantes del buen juego, icono del Racing Club de Avellaneda. El Loco Corbata, apodado así por sus increíbles gambetas, era la típica historia del ídolo que derrocho su dinero en noches de champan y mujeres. Alcohólico y desdentado vivía en una piecita que le ofreció Racing bajo las tribunas del estadio. Por las noches su segundo hogar era el Lorca donde merodeaba entre las mesas a la espera de alguien que le convide un trago. Una noche los pibes lo invitaron a sentarse a la mesa larga donde se mezclaban los barrios. Dos muchachos del Docke, sensibilizados por tanta cerveza, se emocionaron hasta las lágrimas al reconocerlo.
-¡Corbata!
-¿Sí?, contesto con su voz finita el Loco.
-¡Sos Corbata!
-Sí ya sé.
-¡Si me viera mi viejo!, ¡él te amaba!, murió hace poco ¡buaaaaa!, rompió en llanto profundo el admirador.
- ¿Cuántos años tenes?, snif...
-Cincuenta y cinco, contesto Oreste.
-¡Estas hecho mierda!, ¡mi viejo tenía sesenta y estaba mejor que vos y se murió! ¡Buaaaaaa!
La situación era absurda y tragicómica a la vez. El resto de los integrantes de la mesa contenían la carcajada por respeto al crac y la reciente perdida del padre del muchacho. La situación continuó.
-Mi viejo me contaba sobre tus gambetas.
-Aha.
-¡Chirola, otra Quilmes!, sí, me decía que eras imparable.
-¡Imparable hasta que fue a jugar contra Peñarol!, intervino otro borracho de una mesa aledaña, -¡Lo marque yo y no pudo pasar en toda la tarde! Si algo faltaba era este personaje que decía ser otro ex jugador, un disparate.
-¡Quién carajo sos pelotudo!, ¡ahora le vas a pedir perdón!, se calentaron los del Docke. Se levantaron de las sillas y enfilaron hacia el entrometido. Uno lo abrazo para impedir que se moviera y el otro le propino un cachetazo para ubicarlo.- ¡pedí perdón!, gritaron. Corbata comía una hamburguesa y se tomaba un vinito que alguien le pago. Creo que ni se dio cuenta de la batahola.
-¡Veni Loco!, ¡pegale un bife que te va a pedir perdón!
-¿Quéee?, ¡no, no muchachos, no me gusta! ¡Por favor!
-¡Dale loco de mierda, pegale un bife!, insistieron olvidándose de la admiración al crack.
Corbata se levanto tímidamente como para cumplir a desgano el trámite y se paro delante del supuesto ex jugador de Peñarol de Montevideo. Lo miro y apuntándolo con el dedo índice le dijo bajito:
-¡No moleste caramba!, y giro con la intención de volver a la mesa.
-¡NOOO LOCO PEGALE UN BIFE Y QUE TE PIDA PERDON! Volvió a girar, lo miró y apenas apoyo la palma sobre la mejilla y le dijo en un tono un poquito mas elevado:
-¡Pida perdón maleducado!
-¡Mas fuerte! Intervinieron otros integrantes de la meza riendo.
-¡Usted es un irrespetuoso y yo no lo conozco!, dijo el Loco en un tono un poco mas fuerte y aplicando un cachetazo más importante. Al ver la aprobación y el aliento de todo el bar y tal vez sintiendo lo que hacia mucho no sentía, la atención, el cariño y el festejo a sus locuras como en sus épocas de gloria, Corbata se envalentono y agrandado por el respaldo de la gente continuo con su vocesita:
-¡Que viene usted con que me marcó ni ocho cuartos infeliz! Revoleando fuertes cachetazos aparatosos cual payaso de circo. -¡Aparte usted es un gordo feo y me molesta porque es un irrespetuoso!, gritaba mientras propinaba un bife bien dado cada tres palabras.
-¡Bueno, bueno Corbata esta bien!, se apiadaron del otro pobre borrachín los muchachos.
-¡No déjenme que lo mato!, gritaba exaltado hasta que alguien se le hacerco y le dijo:
-Corbata afloja que este gordo te encuentra otro día solo y te despedaza. En silencio volvió a la mesa y le pidió otro vasito de vino a Chirola.
Pasaron los años, los muchachos emprendieron distintos caminos y ya no fueron mas al bar. Dicen que Chirola se jubilo pero que labura en un parripollo del yerno en Turdera donde agarra buenas propinas pero nadie lo llama por su apodo y a decir verdad extraña el trato familiar que le daba la muchachada aunque lo hicieran rezongar.
El noticiero le dedico unos segundos a la muerte del ídolo de la gambeta enloquecedora y ha algún veterano se le pianto una lagrima.
El Lorca cerró, no se pudo sostener ante el progreso y en su lugar se levanto una aseguradora. Con él se fue uno de los últimos bares tradicionales de la zona. Las nuevas generaciones paran en Drugstores y los actuales cracs gambetean por Europa.
Cuentan que por un bar de la estación de Quilmes un ex marcador central de Peñarol cuenta a los parroquianos del lugar que en una oportunidad le toco enfrentarce al Loco Corbata y le fue muy mal.
Este es mi mas querido homenaje a un lugar que se llevo un pedacito de mi vida, un lugar donde las situaciones más desopilantes podían ocurrir después de todo lo que podía ocurrir una noche de Sábado, madrugada del Domingo. Era la *yapa después de la **joda. El único bar donde a nadie le molestaba entrar con “corbata” y gastar hasta la última ***“chirola”.
*yapa = plus, extra
**joda = diversión
***chirola = moneda
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