¡Cómo me gustaba pescar de chico! Atención que si hoy me invitas mi primera respuesta es ¡dale!, a lo que agrego mientras caigo en la cuenta: Tendríamos que organizar... Y sí, bue no sé cualquier cosa un día de estos vemos ¿dale? No dijiste nada, pienso para mí. Acto seguido cambio de tema para impedir al amigo insistencia: Che que loco que esta el tiempo ¿viste?
¡Si ya sé que entre amigos uno tiene que ir de frente!, pero este caso es diferente, no queres herirlo con un rotundo: ¡¡¡Ni soñando!!! Dejemos la sinceridad para temas más importantes.
¿Sabes que?, no es que no me guste mas pescar, ¡es que todo cambio tanto! Antes la pesca era la diversión del que no tenia mucha plata y decidía pasar un día en contacto con la naturaleza, asado mediante y remojando el anzuelo. Hoy tendría que ser lo mismo pero no. Detallemos: antes el tío ponía la camionetita a disposición y ni hablar de juntar dinero entre todos para pagar el combustible. Los trayectos se hacían largos, 170 Km. te podía llevar cuatro horas, pero era parte del ritual. La ansiedad le daba condimento al asunto, ¡y que no se te quede la camioneta! Ahí la aventura era completa, a empujar o pedir ayuda en la época en que la gente ayudaba. Acto seguido el tío se encargaba del asado y se emborrachaba como Dios manda, (¿o los curas no le entran al tinto?). Contaba unos chistes buenísimos y le sobraba energía para manejar de vuelta, (previa siesta), sin ningún tipo de problema. Es que el hombre manejaba mejor borrachín, no había controles de alcoholemia, y la camioneta acelerando a fondo llegaba a los 70 Km. por hora. Dejando al tío que duerma la borrachera, el resto encarnaba y revoleaba la caña. No había gran variedad de cañas, hilos ni carnada, el mismo equipo servia para mar, rió o laguna variando el contenido del anzuelo. ¡Y se pescaba bien! Nada de contaminación, sequía o inundación. La jornada terminaba con una siesta en la cabina de la camioneta a la vuelta, con la panza llena de asado, la heladerita de telgopor llena de pejerrey y el corazón lleno de alegría.
Bueno sin caer en el nostalgiaso, (imposible), veamos como es pescar hoy. Para empezar tenes que contar con el equipo adecuado que sale una fortuna y se usa en determinadas ocasiones como ya dije mar, laguna, rió, riachuelo, riacho, embarcado, de costa, ¡¡¡BASTAAA!!! A no olvidarse de la recolección de plata para el combustible, asado, mollejas, pan, vino, etc., y peajes cada 20 kilómetros, en fin gastos por todos lados. Antes una lata de tomates oficiaba de ril, unos cuantos metros de hilo de pesca, (no se le daba importancia al milimetraje), una tuerca a modo de plomada, y un anzuelo para pescar de fondo. La formula vareaba con un corcho como boya y una tuerca más chica para flote. ¡Pero si hasta las cañas se pusieron en divas! Hoy tenes caña de embarque, caña de lance para la costa, caña para pejerrey y caña Legui para el frío, (ideal para pescar unas buenas borracheras).
El tema de la carnada es un capitulo aparte. Ya nadie busca gusanos bajo las piedras del jardín del vecino ni en las macetas de la abuela, con lo cual uno aprendía sobre la pirámide de la cadena alimenticia, por ejemplo: con el gusano conseguido se pescaba la mojarra con la cual pescábamos el bagre, (cualquier semejanza con un Sábado de levante es pura coincidencia), dicho bagre nos lo comemos sintiéndonos supremos predadores de la anteriormente mencionada cadena sin darnos cuenta que a nosotros nos están comiendo los mosquitos, tábanos, jejenes y demás alimañas.
Hoy en cambio uno se despreocupa no haciendo tan artesanal la cuestión, en cualquier ruta o camino de tierra tenes ranchos que venden lombrices, mojarras, corazón de vaca y una maza hecha vaya a saber con que mierda, ¿mierda?, sí, es una posibilidad. Del rancho sale un paisano que siempre tiene el conocimiento del lugar donde debemos ir a tirar el anzuelo, asegurando capturas formidables cosa que nunca sucede.
El gaucho nos pregunta:
-¿Que le doy?
-y... un poco de lombriz o gusano.
-¿Mojarra va a llevar?
-y dale.
-¿Corazón lleva?
-a todos lados.
*-¿Le doy maza?
-¡Epa! ¡Recién nos conocemos atrevido!
En fin, cuestión que cuando nos cobra nos damos cuenta que nos dio maza. Por el precio parece que maza se trataba de **Valeria, que la mojarra era sushi y las lombrices fueran una especie en extinción. Que lastima que el criollo se aporteñó.
De más esta decir que la jornada es un fracaso, terminamos exhaustos, picados por los bichos y quemados por el sol en verano o engripados con principio de hipotermia en invierno.
Mi última incursión pesquera fue junto a mi amigo Fito. Luego de varias horas de espera la línea se puso tensa forcejeamos y sacamos una bolsa llena de mierda. Luego Fito imaginaba la portada de alguna revista de pesca diciendo: “San Pedro, capturas de bolsas de mierda de entre 800 gramos a un kilo”. Sigamos cagando los ríos.
Atrás quedaron los días de los asados del tío y las pescas abundantes, de la latita de tomate suplantando al ril y la tuerca a la plomada. Ya no se ven lentas camionetitas en las rutas ni macetas con lombrices o gusanos. Pero a no desesperar, siempre que haya un amigo dispuesto a la aventura en vez de ensayar tristes excusas abra que ponerse entusiasta y tratar de recrear aquellos días, por nosotros y por nuestros hijos. Ellos también merecen conocer esas experiencias y mañana recordarlas con cariño, y si no pescamos que importa si nunca pesque nada. Si ya sé que antes dije: “la heladerita de telgopor llena de pejerrey” pero al fin y al cavo los pescadores siempre fuimos mentirosos.
*Dar maza = dar sexo
**Valeria Maza = modelo argentina
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