Germinan los femeninos
soliloquios de lo Arcano;
transitan a contramano
psicodélicos caminos...
Oh, tus iris cristalinos
despiertan en el reflejo
del macrocósmico espejo
de los felices presagios;
reverberan los adagios
de tu espíritu complejo.

Desde su utópica cueva
la luna, blancuzca y mansa
en tus pupilas descansa;
la azul libido se eleva,
tu existencia se renueva.
Acullá tiemblan hurañas
las psicóticas arañas
de la angustia que me amarra;
¡ay, vuelve, que se desgarra
mi ilusión en las montañas!

Mi razón te desconoce
en las lóbregas arrugas
de la vida; me subyugas
con la sombra de tu roce,
orientándome a tu goce;
te conviertes en auriga
bajo el sol que se prodiga
mayestático e ilustre
en la pátina lacustre,
deviniéndote en mi amiga.

Oh negra flor esperpéntica
atrapada en el silencio,
soñoliento te presencio
en tu fase más auténtica,
ideal, sensible, idéntica,
y en mi psique incandescente
te apareces excelente:
dulce hurí tornasolada,
te he soñado enamorada,
supersubconscientemente.