Hace unos cuantos días que tenía este texto escrito y ahora entiendo porque no lo había subido, faltaba la dedicatoria:

Para Aprendizdecuentero, no esperando, quizás, encontrar su aprobación, sino, tratando de arrancarle una sonrisa. Con todo el respeto que la admiración puede crear y con toda la admiración que puede crear el respeto (Versión preliminar).


Anoche soñé que era Kwai Chang Caine y tenía la siguiente conversación con uno de mis maestros:

—Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.
—¡Pues, vive como las flores! —Me advirtió mi maestro.
—Y ¿cómo es vivir como las flores? —Pregunté azorado…
—Pon atención a esas flores —continuó, señalando unos lirios que crecían en el jardín—, ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos. Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son suyos, no hay motivo para molestarse. Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.
—Gracias maestro —le dije y estaba a punto de irme cuando me asaltó una duda—. Maestro, ¿qué puedo hacer si no me considero lo suficientemente iluminado, equilibrado y elevado como para tomar esa acción? ¿Qué pasa si mi niño interior es todavía más fuerte que mi yo real? ¿Qué debo hacer si considero que actuar de esa manera me haría un hipócrita ante mí mismo pues no es exactamente lo que quiero hacer? O si simplemente, aunque sé que puedo, no me quiero contener los deseos de apalearlos a todos…

Mi maestro se quedó pensativo por un instante que me pareció eterno y entonces me respondió:

—Pequeño Saltamontes, puedo ver que todavía la intolerancia y la soberbia te engañan haciéndote creer que eres dueño absoluto de la situación. Si aún no estás del otro lado de la montaña, si crees que traicionarías a tu esencia actuando de esa manera, entonces toma todo el estiércol que puedas y restriégalo en la cara a todos los que no puedas soportar, a todos los que te molesten, a todo el que no te guste, pero recuerda, no habrá flores (no las esperes) y tus manos también quedarán embarradas.
—Maestro ¿y si la cosa empeora y luego quieren quemarme como bruja o crucificarme para escarmiento de todos los que pudieran querer hacer lo mismo yo?

En los ojos de mi maestro, que no veían, pude ver que estaba cambiando notable y radicalmente y que estaba a punto de “soltarme una galleta” (cuando menos), pero exclamó justiciero:
—Es que no puedes “matar con la espada y pretender ‘morir a sombrerazos’, ni aspirar a liarte a los puños con un payaso y no salir al menos pintarrajeado”. Pero creo tener la solución que quieres oír, Kwai Chang PC: escribe esto que hemos hablado y colócalo en un lugar visible para todos. A partir de ese momento ellos tendrán dos opciones: o hacen caso de lo que he tratado de enseñarte y ELLOS VIVEN COMO LAS FLORES (cosa que, por lo visto, tú aún no estás listo para hacer) o en su defecto, que se vayan todos PA’L CARAJO, esa balsa de hijos de la gran puta y que si no tienen otra cosa mejor que hacer, que vayan y pongan la querella al Palacio de la Policía. Y tú, buen pendejo, maldito vago, si de todas formas vas a hacer lo que te da la gana, no vengas a quitarme el jodi’o tiempo preguntándome cuál es la mejor decisión, que ya bastantes "bainas" tengo que hacer como para estar filosofando "de balde" y, además, acuérdate que soy ciego, buen mariconazo….

—¡Ooooh, Maestro! No conocía esas expresiones ni esa manera de hablar y esa reacción no me parece que corresponda a la de un Maestro Shaolin. En los sesenta capítulos que duró la serie, NUNCA ninguno de ustedes dos se expresó ni reaccionó de esa manera…
—¡Aaaah! ¡Eso, Pequeño Saltamontes! —me contestó suspirando profunda y calmadamente mientras recobraba la serenidad y la compostura— Es que anoche soñé que era dominicano…