Aquella noche no esperaba encontrar nada. Salió con su amiga, de la mano, como siempre. Y a medio camino ya le dolían los pies del tacón de sus zapatos. Cuando llegaron al bar donde cada fin de semana solían ir, las saludaron alegremente. Eran esos chicos que a veces se encontraban. Pero siempre de fiesta, nunca en otro lugar. Era misterioso. Siempre se saludaban con dos besos. Se preguntaban por sus vidas y se despedían de la misma manera: - ¡Luego nos vemos! Pero ese luego nunca se hacía realidad. Y cada uno se acercaba a sus respectivos amigos y seguía bailando y riendo a su manera. Pero esa noche no se despidieron. Él se quedó junto a ella, toda la noche. Se acercó débilmente a sus labios. Y por fin... después de un baile de vueltas y más vueltas. Y muchas risas. Se besaron.
Texto agregado el 09-04-2008, y leído por 162 visitantes. (4 votos)