Molio
Cada vez, que aparecía en la esquina de mi casa, corríamos despavoridas. Su cuerpo amorfo, y su vaivén al caminar nos hacía reír, pero el enorme saco que cargaba en la espalda nos asustaba al punto de gritar si nos pillaba de improviso, Marcela un día me contó que era el viejo del saco en persona, me causó mucha curiosidad.. pero Paola confirmó la versión de Marcela, pues argumentó que su propio padre la amenazaba con entregarla al Molio, si no se comía toda la comida.
Me causó mucha curiosidad todo esto, así que le pregunté a mi padre un día cualquiera, y me contó que el Molío era un hombre que solo tenia la gran desventura de ser muy chiquito, de tener una gran joroba y de estar medio tontito, pero que eso del viejo del saco no era verdad y que no debíamos temer de este hombre.
Sinceramente, al ver al Molio cada tarde , como retaba a los niños que lo molestaban, y de cómo amenazaba con meterlos en su saco, pues dudé, y opté por correr despavorida junto a mis amigas antes que nos alcance.
Aquella tarde, estaba en la reja apoyada junto a hermano mayor, cuando sentimos el alboroto en la esquina, venía Molio desde la esquina con su típico vaivén, amenazaba a los niños que lo molestaban y le tiraban piedras, él les garabateaba entre sus balbuceos, y todos esperaban a que se acercara bastante para salir corriendo, reconocí entre ellos a mis amigas : Marcela y Paola, corrían tan fuerte que terminaron en el suelo al enredarse solas entre ellas, mientras el Juan y el “loro” juntaban piedras para tirarle, se acercaba y todos corrían, y cada vez mas cerca de la reja de mi casa. Yo observaba a mi hermano que sólo miraba sin inmutarse, yo estaba lista para salir corriendo, sólo esperaba una señal de mi hermano, pero éste parecía no darse cuenta de lo que estaba pasando, sólo sonreía con los acontecimientos. El estómago se me heló cuando Molio llegó al extremo de la reja, quise salir despavorida pero sentí la fuerte mano de mi hermano en mi hombro en señal de orden de quedarme quieta, en éste momento empecé a recordar todas las últimas acciones cometidas buscando los grandes errores que podrían condenarme en aquella bolsa enorme que cargaba este hombre, mis piernas temblaron cuando llegó a nuestro lado, se quedo mirando a mi hermano y luego me miró directamente a los ojos, sentí que la respiración se me detenía.
Molio bajo lentamente el saco de su hombro, y una vez mas tuve la intención de correr, así como un acto reflejo de supervivencia pero nuevamente la mano dura de mi hermano me obligó a quedarme quieta, casi sin expresión sólo me dedique a observar, ya resignada. Abrió su saco y con una paciencia eterna para mi, observó dentro del saco hasta que, como buscando un tesoro metió su extraña mano y como del fondo saco dos enormes manzanas y nos las obsequió, miro a mi hermano y le dijo que yo era bonita, que yo no arrancaba, mi hermano le respondió con una sonrisa. Mientras Molio me miro a los ojos y levantó su saco poniéndolo en su hombro, me dijo chao y se fue, como todos los días, con su vaivén perdiéndose por Rubén Darío, allá en Valdivia,
Nunca antes había probado manzana más dulce, mas jugosa, desde ese día vi pasar cada día al Molio……ya nunca mas corrí.
HEMANY
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