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Mi abuelo contaba anécdotas muy divertidas, y entre ellas me quedó grabada esta.
En una de las tantas noches de garufas y amoríos que tuvo, recordaba con gracia lo sucedido. Se dirigía a un hotel en las afueras de la ciudad con la amiga de su novia. En ese lugar, que siempre se usaba para trampas, en una mala maniobra choca con su auto a un Fiat mil quinientos, rompiendo el faro izquierdo. Al no ver a nadie, dio vuelta y se retiró del lugar, llevando en su memoria la matrícula del auto. Tiempo después saliendo de una farmacia se encontró con ese auto, se acercó muy disimuladamente y notó que la rotura seguía. Recostándose sobre el auto empezó la espera para encontrarse con el propietario y así pagar los daños. Un hombre grande se acerca y le dice: -¡ Cómodo el mozo!
Mi abuelo gira, con una voz quebrada de nervios le responde: -- Discúlpeme señor, yo fui el que le chocó el auto en el hotel, nunca me olvido de una matrícula . Fue como las tres de la madrugada, y no encontré el momento apropiado para decírselo, hasta hoy. Quisiera pagarle los daños si usted no se ofende. El gaucho sorprendido responde –Qué raro, mi esposa jura que lo encontró roto cuando salía del supermercado. Mi abuelo se quedó paralizado por el relato de aquel hombre. Ya no había palabras que solucionaran este episodio. El paisano mantuvo siempre la mirada firme pero esta vez hacia su casa, golpeteando con su mano el hombro del abuelo le dice: - Vaya nomás, buen mozo. Esto sólo lo arreglo yo...
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Texto agregado el 09-04-2008, y leído por 125
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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10-04-2008 |
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Por eso es que dicen que no hay nada oculto entre el cielo y la tierra.
jajajaja
bueno muy bueno.
a veces ser correcto no siempre es la mejor solución.
te felicito...
***** romantica_7 |
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