Una de esas mañanas en las que el sol se hace notar, se encontraba un policía haciendo su habitual guardia en el correo, cuando un joven empezó a caminar en variadas direcciones. El agente se acercó, y haciendo notar su autoridad le pregunta:
-¿Se le ha perdido algo, señor?
-Si, señor: no puedo encontrar la llave del candado de mi bicicleta. le contesta el joven.
- ¿Cuál es su bicicleta?
- La de color azul, que tiene cambio.
- Y no tiene ninguna copia de la llave? desconfía el agente
- Por supuesto! Pero en mi casa...
- No debe de estar muy lejos, no?
Y así emprendieron la búsqueda. Quince minutos después, el joven decide retirarse con la bicicleta en su hombro hasta su casa, dándole las gracias y comentando: -Qué suerte que siempre queda un buen gaucho con buena disposición, da gusto que nos den este tipo de servicio.
El guardia, satisfecho por su acción, acomodó sus pulgares en el cinto y dejando escapar un suspiro, se dijo a sí mismo: -¡qué muchachito bárbaro!
Pasando el tiempo, el reloj biológico le anunciaba la hora del aperitivo y la emoción de un fin de semana largo, ya que el turno llegaba a su final, cuando una señora empezó a exclamar-¡Mi bici, mi bici! ¡Me han robado!
El guardia sorprendido por lo acontecido en su turno pregunta:
-¿Como era su bicicleta, señora?
- Es azul, con cambios, y estaba con candado. Aquí tengo las llaves.
-No puede ser, un joven dijo ser el propietario, que había perdido la llave y yo le ayudé a buscarla sin éxito. Se llevó la bici a su casa para poder sacar el candado con una copia.
La señora quedó mirando al agente, inmóvil y sin palabras. El guardia quedó sorprendido y sintiendo culpa por haber sido engañado y solo salió de su boca una carcajada.
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