P A R A B R I S A S
Tu hechizo de encanto, dormido entre la hierba. Fotos, sosegado a orillas de aquel océano ocre, reví. Escuchábamos Watch over you. ¿Recordás aquello? La brisa tentó un escalofrío. Viniste entonces como ánima expuesta en la intemperie… Y sucedió: Mi lengua, buscó la tuya. Como dejarlo entre renglones... ¿Lo hicieron…? Ignoraba que el amor podía expandir tal dimensión. Fortuitamente transitábamos a un mismo cruce… Sabe Dios cuanto reímos, ¡Un récord! Absueltos de todo: Jugados ya a desacelerar el tiempo…
La vida necesita hacer de nosotros esto que somos. Enseñarnos, que no alcanza con el simple hecho de dar vueltas, como un disco de vinilo.
Aclarece. Llovizna a los alrededores… El espejo retrovisor se ciega a tus ojos. Vidrios empañados, dedos índice usan de pizarrón: –Chicoos… Expresa rebeldía en esos garabatos. Silencios del asiento trasero y un llegar, tangible. Transponiéndose: los mismos empedrados, las mismas gentes… Alguien se aproxima al auto: -¡Jefe! ¿Le sobraría un…? “Entre tanto, algo más imposible de desacelerar”.
–¡Ahí! en esa casa es… Bajemos.
-Chau Papá.
-Hasta luego hijo.
Alguien me sorprende por detrás.
-Te quiero Papá.
-Yo también hija… Te amo. Ahora Vayan.
Palmaditas en la cola…
En los brazos de su madre, se envuelven como “cachorros”. Una vereda nos distancia: -¡jjuh! “Años luz tardarías hoy en llegar…” Como mecanismo invisible a eludirnos, no apartamos la mirada hacia ellos. ¿Acaso? …No importa ya.
-Regresemos… ¡Espere! despacio por favor.
Ambos alzan sus manos. Lo sé, esperan sea la última vez… Sonrisas forzadas, segregan. Sacudo el brazo fuera de la ventanilla. Corren hacia el cordón. Su saludo persiste hasta el final de la calle.
Recuadro en un parabrisas, tu desacierto, el mío. También los vestigios… El “negativo”, de aquella dimensión que creí; no podía dejar de expandir.
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