Deambulando si rumbo mi corazón daba tumbos en su caminar, alimentado de entereza para levantarse y con paso firme seguir su andar.
Miro el cielo maravillado por la sonrisa calurosa y contagiosa del sol, que le permitió recuperar el aliento e inflamarse de esperanza y volver a palpitar.

El amor siempre te asalta en la forma menos esperada y casi sin percibirlo en tu corazón se instala.
Incluso como una balsa frágil que con desesperación quieres aferrarla.
En medio del mar tempestuoso y violento cimentado en tu alma.

Eres el sol sonriente que me devolvió la esperanza.
Cuando me ahogaba de dolor fuiste esa frágil balsa.
No se si me buscabas, no se si te esperaba.
Solo se que por ti surgió esta ilusión en mi corazón, como nacen en el amanecer los rayos del alba

Sin embargo, en instantes efímeros me envuelve la neblina espesa del temor.
Que solo sea humo, lo que ante mis ojos es una nube que transporta a la felicidad.
Si se evapora en la nada, mi corazón desprotegido lo invadirá el terror.
Se precipitara en el vació ineludible del dolor, e impactándose hecho pedazos quedara, despertando de mi aletargado sueño, a la dura realidad.

Pero al escuchar tus palabras que vuelan a mí como palomas, anidándose en mi pecho encontrando la perfecta morada.
Despeja cualquier duda que atraviesa mi mente como una puñalada.
Avivando más esta hoguera de ilusión que por tus palabras es atizada.

Tu poesía ha acariciado sutilmente mi corazón, brotando de su interior convertida en ternura.
Al leer tus escritos mi corazón se abrió para abrazar tu sensibilidad.
Comparable solo con un reino mágico de hadas y noches bañadas con luz de luna.
Que se instalo dentro de mí ser, brindándole a mi corazón y mi espíritu total tranquilidad.

Quisiera entrar en tu corazón, como el sol penetra el mar volviendo cristalinas sus aguas.
Me regocije tu voz, como el trinar de los pájaros cantores en la mañana.
Llegues a mí como una bendición a mis días gélidos y grises por la soledad amarga.
Y el calor abrasador de tu sol acaricie suavemente mi playa.

En el silencio apacible de la noche, cuando el peso invisible del cansancio descienda sobre tu ser.
Alas de águila quisiera tener, volar a ti con presteza para custodiar tus sueños y ser tu ángel guardián.
Velando por tu tranquilidad, sin musitar palabras a tu lado me sorprenda el nuevo amanecer.
Ver nacer la luz del sol en tus ojos y los míos clamen a grandes voces tu nombre sin cesar
Tal vez sea una fantasía mi ilusión como un castillo de cristal, suspendido sobre nubes bancas en la inmensidad.
A pesar de todo, te agradezco que en la pintura de esta ilusión, trazaras pinceladas de alegría en mi corazón.
Hiciste emerger el arco iris de la ilusión después de la oscura tempestad.
Haz fluido desde mi corazón en los versos de mis poemas de amor, arrancando de mi pecho un suspiro, siendo mi única inspiración.

En mi corazón tengo tres rosas que te quiero regalar llamadas: cariño, timidez y ternura.
Que expelen un sutil perfume con aroma a amor incondicional.
Que quieren alcanzarte, penetrar en tu ser, a tu corazón llegar.
Para quedar sembrada en tu recuerdo y no me pierda envuelta en el olvido, esa oscura bruma.