Ahora que quepo en tu costilla de dios triste y náufrago,
enredándome como una hiedra a tu raíz de luz.
Esta revancha en contra de la muerte tiene un sello
por la mordedura de un beso sin cautela.
No pidas lo eterno que se desbarata en un soplo.
Te entrego la fe ígnea y transparente del susurro
de la gota sobre la piedra, no insistas, no.
El hueco nos une desde aquel encuentro entre pájaros.
Libres de deseo soñaron nuestros párpados en la isla
del asombro,
también el mar nos separa en su salobre infinitud.
Quítame este hartazgo de carne deshecha, descreída del rocío.
He dejado mis alas en la avería de la existencia.
No, no huyo del lazo a tu cintura, ni pretendo regalarte
mis fracasos.
Ni siquiera sé pensar en el éxito del alhelí en primavera.
Quiero ser el dardo certero que cae cual poema
cautivo nunca escrito por el lápiz desnudo de mi nada.
Apenas una estrella fugaz que subyugue la experiencia
de pedirme más en cada noche de espanto y dicha.
El instante en que nace la elegía de líquidos alados
entre cuerpos o cálices absortos de peces muertos
y otra vez renacidos como un haz de luz del arcoiris.
Texto agregado el 08-04-2008, y leído por 6055
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una de las tantas letras buenas que te he degustado....5 on-line
10-04-2008
Excelente Marcela***** alejandrocasals
10-04-2008
Lo leì pausado, imaginè una mano inerte sobre la tecla dura tratando de dejar caer una carga pesada... muy pesada. Te saludo. Rquel
09-04-2008
Tu libro de visitas está cerrado.A tu pedido dos hilachas:
y otra vez renacidos como un haz de(l) luz del arcoiris
hartazgo de carne desecha##deshecha## o VERBO HACER
desechada.#VERBO DESECHAR
ninive