le habló a los dioses por medio de una fogata. en ella se encontraban sus miedos, sus pecados y sus exhibiciones.
frotó sus manos fuertemente. aún tenía frío. se había despojado de su hopalanda y de sus sandalias. caminaba descalzo con un pantalón raído y un collar de amor y paz.
después de enfrentar a su padre en las sombras rojas, tomó un pedazo de leña, en forma de báculo, y lo utilizó para levantarse. se tambaleaba. no podía mantener equilibrio. trató de huir de las manifestaciones latentes en las flamas, encontrando únicamente una caída estrepitosa en la arena.
reptó hacia la fogata, su cuerpo cascado y sórdido se movía torpemente. su alma fatigada no quería continuar, quería que se detuviese. interpeló altaneramente, pero nadie se encontraba ahí. la playa era totalmente suya. la cellisca apareció pero no apagó el fuego. se aterió un momento, su figura lívida anunciaba una precipitación de palabras.
inquirió sobre su muerte hacia las brasas alunadas. miró la alegoría frente a él y cayó en la superchería.

sobredosis.