Dormitaba con los auriculares puestos escuchando DownTown por Petula Clark.
La tarde era calurosa y y mis ojos se abrían cada tantos minutos y miraban la puerta de la celda.
El oficial me miró y sonrió, apoyaba el brazo izquierdo en la pared.-
Entonces escuche su voz: "Como se encuentra para irse Asconegui?"
Recorde lo que mi mujer me había dicho tiempo atrás : " Te avisarán de tu libertad cuando ni estés pensando en ella" y de veras que yo estaba durmiendo cuando me desperté sorpresivamente y escuché al oficial hablarme.
Me incorporé en la cama y le contesté : " Bien, muy bien"
"Apronte sus cosas que en un ratito lo llevan a firmar al Juzgado"..continuo sonriendo el oficial Indarte.-
Mi celda se lleno de abrazos, sonrisas y risas, palmadas en la espalda y deseos de ventura.
Acompañado por mis compañeros de cuadra salí hasta la reja madre donde debimos esperar veinte minutos a que nos abrieran, nuevos apretones de manos, abrazos, cánticos de despedida, emoción derramada y esperada durante mucho tiempo.
Cargué mis dos bolsos en la camioneta policial subí en la parte trasera del furgón, puse mi mochila entre mis pies y me senté pegado a vidrio trasero. Dos policias me llevarían al juzgado, a nueve kilómetros de ese Penal en medio del campo.
La camioneta se movió y ví por última vez las paredes y rejas de Conventos.
Miré mi reloj pulsera justo cuando cruzamos el portón de entrada, eran las 16 y 10.
Por el vidrio seguí observando, pude contar más de doce manos que se agitaban despidiéndome... desde adentro de la alambrada.-