Allí se encontraba él. Encima del escenario, en un suelo de madera que crepitaba a cada paso que daba.En este pequeño rincón donde siente que puede ser todo lo que siempre ha deseado, donde se siente especial. Tiene la mirada perdida, brillante, como la mirada que transmite un niño al ver que se cumple una de sus ilusiones.
Rasga las cuerdas de su guitarra española en busca de notas agradables para sus sentidos. Bellas melodias con las que poder conquistas las miradas que le rodean.
Mira a su alrededor, una masa de gente lo esta observando. Y aquellas siluetas dentro de la penumbra de la noche le dan la energia necesaria para hacer magia con su musica.
Sonrie, en ese mismo momento es feliz, nada más importa sinó ese instante. Disfruta con las caras de admiración que puede entrever y con toda aquella gente disfrutando del sonido que emite su dulce voz y el ritmo que sale de su guitarra.
Llega el momento de dejar ese mundo; las agujas del reloj marcan las 2 y la luna le indican que se ha de ir.
Mientras enfunda su instrumento, lo acaricia como si quisiera decirle que nunca lo abandonará. Mira hacia atrás y aún puede ver a aquellas personas que durante unas horas han formado parte de ese pequeño mundo, su mundo; quiere saber cual es la razón que les ha conducido a venir a verle, si es un gesto de amor, respeto o amiración.
La oscuridad ya lo envuelve todo, pero por primera vez se siente lleno de energia, de luz. Mira su mano y puede ver que el origen de aquella estraña luz sale de su instrumento.
Una noche más ha transcurido, otro recuerdo para no olvidar. Aún consigue escuchar los aplausos del público pidiendole que les deleite con su música durante más tiempo, y sonrie.
Una noche más cierra los ojos confiando en que mañana todo seguirá igual y su musica siempre lo acompañará.