quiero todo lo imposible.
Entender a Orión.
Contemplar a Sirio sin telescopio.
Tener a todos los amigos siempre a mano,
como al lado, para compartir las charlas interminables,
los enigmas, los paradigmas
nuestras locuras,
nuestras corduras,
nuestras preguntas,
nuestras respuestas,
nuestras verdades
a medias.
Quiero que la noche sea la más tranquila
y que no vendan base en la esquina
o a media cuadra.
Quiero que no griten "Juliooooo"
a las cuatro de la mañana,
cuando justo salí a ver qué está pasando
en el silencio nocturno del universo.
Quiero todo lo imposible.
Quiero que dejemos de pensar
que la computadora nos vá a solucionar la vida.
Quiero darte un beso, regalar una flor de jazmín
a cada mujer hermosa que pase por la calle,
delante de mi casa, delante de mi vista
de este mundo.
Y algunas mujeres hermosas tienen más de ochenta años
y no me animo.
Y por eso no me animo tampoco con las de diesiceís.
Y por eso apenas me animo con las de venticuatro.
Quiero todo lo imposible.
Quiero que los poemas no empiecen todos
siempre igual, con la misma palabra.
Quiero que las palabras sean la esperanza
y no un simple manojo de explicaciones a tiempo
en color, sabor y modo.
Y entonces se me ocurre que todavía hay tiempo de querer.
Y de querer con toda el alma y la fuerza y las ganas
Querer que el 180 pase más seguido
cuando vuelvo del Defensor Sporting.
Querer que la edad no separe a los amigos
por los hijos, por los trabajos, por las responsabilidades.
Querer con toda la fuerza que no caigan más bombas en Palestina.
Quererte y quererte como a nadie, porque nadie fuiste antes,
porque nadie seremos después de ser éstos que somos ahora.
Querer de querer nomás, por la vida misma, por querer más.
Por superarse. |