La literatura es el placer de escribir historias propias y ajenas. El gozo se intensifica con cada movimiento de un puño preparado para plasmar con exactitud lo que el pensamiento humano es capaz de crear.
El escritor británico Graham Greene expresó “Una gran parte de los escritos de un novelista tienen lugar en el inconsciente: en esas profundidades la última palabra se escribe antes de que sobre el papel aparezca la primera”. Es una frase que describe a la perfección la estructura de la narrativa de Gabriel García Márquez. Con el típico porte y acento caribeño, capaz de conquistar a jovencitas y señoras, su mirada penetrante y misteriosa denotan la serenidad de su alma y en sus dedos se perciben las huellas imperecederas de la espesa tinta.
Este novelista nacido en Aracataca, un pequeño pueblo de Colombia, explica que uno debe creerse lo que hace, porque el aburrimiento del reportero se convierte en el aburrimiento del lector. También declara que en este oficio se puede decir lo que se quiera con dos condiciones: que se haga de forma verosímil y que el periodista sepa en su conciencia que lo que escribe es verdad.
El autor de Cien años de soledad es un experto en el arte de combinar e intertextualizar escritos literarios y periodísticos. Estos géneros se mezclan, se conjugan, se entrelazan, mantienen un romance que embriaga a cualquiera, incluso a García Márquez. Un ejemplo contundente es la nota de prensa titulada “María de mi corazón”, en la cual se relata el proceso de producción de una película basada en el cuento “Sólo vine a hablar por teléfono”, realizado en 1978.
El tratamiento y registro de la información varía de acuerdo en cada pieza. El cuento posee secuencias descriptivas, narrativas y dialógicas que se entrelazan creando un ambiente de realismo mágico y ficticio; en cambio, en la nota de prensa predomina el discurso narrativo con breves diálogos entre los personajes. En el primer tramo de este texto se da lugar a la aparición del autor, que se vale del registro periodístico para contar la historia de cómo se llevó a cabo el filme. Es decir, que la ubicación del narrador expresa la postura que adopta en sus dos obras: de testigo presencial a enunciador objetivo –en el sentido, de que en el cuento no hay huellas de la enunciación, aunque la subjetividad del escritor se expresa a través de las conjugaciones verbales, los adjetivos, las fórmulas gramaticales, etcétera-.
Para finalizar, en la nota de prensa se hallan ciertas modificaciones narrativas importantes que alteran el rumbo del desenlace original.
En definitiva, como señala el ganador del Premio Nobel en 1982 “La vida va dando nostalgias, que es la mejor fuente de la literatura”. Y cabría agregar que es el alimento fundamental del periodismo.
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