Salí a caminar, estaba cansado de tanta palabrería sin sentido. Seguramente se quedaron pensando que yo como siempre pretendía escapar de los problemas, que era el mismo cobarde de siempre, y que nada en mi había cambiado después de tan larga terapia.
Y yo creo, que no hay terapia que tenga remedio contra la estupidez, pueden decir lo que quieran, realmente no me importa. Se que estoy en lo correcto y no necesito su aprobación.
Cuando volví a casa ya se hacía tarde, el aire tenso dejaba entre ver que la lucha había cesado, pero que aun estaban levantadas las banderas de la controversia.
Luego de una neutra y banal conversación, sentí realmente que todo había terminado.
Aunque su mirada no dejaba de producirme una sensación de distancia, de resentimiento, hice como que nada había pasado.
Me di cuenta de que no sabíamos conversar, de que no nos escuchábamos. Talvez yo si era el cretino que decían que era.
Fue otro día común en mi vida, una pelea estúpida, cicatrices, omisión, otro rencor a la colección, y una bomba de tiempo que en cualquier momento nos haría pedazos la vida, mis dudas de siempre, sus miradas de siempre, y yo que no paro de pensar en la bomba y en mi cuerpo volando por los aires en mil pedazos.
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