LOS CANGREJOS
Haber encontrado esta Página ha sido para mí un motivo constante de regocijo; disfruto convivir con gente talentosa (la mayoría lo es) y trato, al igual que muchos otros que no lo somos, de imitar esos talentos para, a base de constancia y esfuerzo, llegar, por imitación y a base de escuchar y asimilar consejos, a ser mejor.
Sin embargo hay una pequeñísima minoría que enturbia el ambiente y acarrea problemas a quienes, por su notable dimensión como cuenteros, llegan a destacar.
A propósito de lo anterior, recuerdo un breve, pero ilustrativo cuento, relativo a “superación humana”, que escuché en un curso conducido por un prestigioso especialista en esa materia..
El cuento trataba de un hombre que caminaba rumbo al mercado de una población cargando dos grandes vasijas, una de ellas cubierta por una firme tapa que lo cerraba herméticamente y la otra destapada. Alguien que lo encontró en el camino le preguntó qué llevaba y el hombre contestó.
—Cangrejos, llevo cangrejos.
—Si ya lo veo, llevas cangrejos en la vasija que va destapada —replicó el curioso— pero ¿y en la otra? ¿Qué llevas en la vasija que va tan cuidadosamente tapada?
—Cangrejos también.
—No entiendo el por qué de la tapadera —insistió el primero— si tan cangrejos son unos como los otros ¿por qué unos llevan tapa y los otros no?
—Bueno —contestó el dueño de las vasijas— la explicación es esta. Es que son dos clases distintas de cangrejos, unos son nacionales o los otros son extranjeros.
—¿Y qué hay con eso? No lo entiendo.
—Se lo voy a explicar; cuando uno de los cangrejos extranjeros quiere escapar, hace esfuerzos por subir hacia la boca de la vasija y no falta otro que le ayuda a subir; a esos dos se une un tercero y luego otro más y forman una cadena en la que se ayudan todos, apoyándose unos a los otros logrando llegar todos al borde de la vasija y escapar.
—¡Qué interesante! O sea que, entre todos, forman un grupo solidario, se prestan ayuda mutua, todos trabajan con el mismo objetivo que es subir hacia la salida y logran ¡TODOS! escapar. ¡Asombroso! Oye, pero ¿y los otros? ¿por qué los otros no hacen lo mismo? La misma dificultad tienen los otros para subir y la misma estrategia puede ayudarlos a conseguirlo.
—¿Los nacionales? No, ellos tienen una mentalidad diferente. Cuando uno de ellos sobresale y muestra deseos de subir para alcanzar la salida y escapar, los demás lo atrapan, lo jalan y lo hunden para impedirle subir y obtener la libertad.
Esa es, mal narrada, la historia de los cangrejos.
Me pregunto ahora. ¿qué clase de cangrejos tenemos en esta página que, siendo una evidente minoría, les permitimos la nefasta labor de hundir a quienes logran superarse y destacar por méritos propios?
¿Quién o qué los defiende para no ser expulsados de este lugar y frenar su labor destructiva?
Recién llegado a esta Página que ahora me es tan querida y entrañable, fui testigo de los ataques que, en un lenguaje y con expresiones más dignas de un tugurio de mala muerte que de un foro literario, un reducido grupo de ¿…..? (no sé cómo llamarlos) atacaban a un cuentero cuyos textos leí y me parecieron honestos, amenos y aceptablemente escritos, el cuentero atacado prefirió desaparecer antes que convivir y ser el blanco de los ataques de semejantes engendros. Yo no he recibido ataques de ese tipo, seguramente porque no soy lo suficientemente talentoso e importante para ser atacado, pero he decidido permanecer en este lugar porque he visto la plausible labor de quienes lo administran, en favor de la literatura y me indigna que tres o cuatro malos elementos abusen de la hospitalidad que se nos brinda y echen a pique la encomiable labor de los creadores y organizadores de este lugar.
En cuanto empecé a conocer a los cuenteros inscritos aquí me apresuré a formar mi lista de “cuenteros favoritos” la que rápidamente fue creciendo en número mientras más leía. Terminé por no agregar más nombres porque me di cuenta que la lista iba a ser tan numerosa que más del 90% terminarían estando ahí. Unos por su calidad literaria, otros por lo interesante de sus temas, algunos más, por la firmeza de sus conceptos, un numeroso grupo por el interés y la constancia que mostraban para escribir, etc. Entre los muchos buenos que fui descubriendo, uno de ellos me llamó la atención por ser diferente a todo el resto y me atrapó por la fluidez en su forma de expresión, por su habilidad para crear personajes y situaciones que a nadie se nos ocurría abordar, por su especial sentido del humor que manejaba con una irreverencia y una gracia únicas, con un enorme sentido del humor que sobrepasaba al de cualquier otro (dicen los conocedores que el sentido del humor se da en proporción al grado de inteligencia, es decir, a mayor inteligencia un más acusado sentido del humor, de lo que se deduje que es un cuentero inteligente) No recuerdo su nombre, pero me pareció digno de figurar en una antología de narrativa de ese tipo junto con figuras de renombre universal como Giovanni Boccaccio, el otro Giovanni de apellido Guareschi y ahí podría figurar, a su misma altura el apellido Soubelet (bueno, se me vino a la mente el apellido, sin hacer esfuerzos por recordarlo), no recordaba más que su nick, pero no viene al caso. Lo que sucede es que, hace apenas unos días, desapareció. Nadie me ha dicho el motivo ¿A quien podría preguntárselo? Sin embargo, no puedo quitarme de la cabeza la idea de que su salida es obra de esos entes que con el pretexto, imagino, de que en sus textos manejaba temas eróticos (nunca pornográficos y si con una gran calidad literaria) propiciaron con ese pretexto su salida porque, como dice una apreciada amiga mía, “se espantan de las velas y se abrazan del muerto”, es decir los que se dicen “clones” y que tal vez lo sean, pero de sí mismos.
Como conclusión hago a ustedes la siguiente pregunta:
. Hay cuatro o cinco indebidamente llamados cuenteros, que se dedican a ofender, burlarse, insultar, molestar y provocar la salida de la gente con talento ¿A alguien se le ocurre qué podemos hacer nosotros para lograr librarnos de esos nefastos elementos? Ellos son fácilmente identificables, si alguien se topa con uno de ellos puede denunciarlos, pero ¿denunciarlos a quien? Y lo más importante ¿Sirve de algo hacer esa denuncia?
¿A alguien se le ocurre algo más para librarnos de esa plaga? Los que administran este lugar no merecen que gente malintencionada abuse de su hospitalidad y trate de destruir su encomiable trabajo, debemos hacer algo para apoyarlos y defenderlos..
Quiero agregar algo más, yo nunca saldré de aquí por mi propia voluntad, estoy dispuesto a trabajar a brazo partido por defender y conservar la Página de los Cuentos, de manera que, cuando dejen de verme aquí, entenderán que ellos están ganando la batalla y que tarde o temprano uno de ustedes será una víctima más.
¿Qué opinan? ¿Qué podemos hacer? Espero sus respuestas.
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