(Le di mil vueltas antes de mandarte esto. Pero la verdad es que no quiero otra cosa que no sea estar contigo)
El tiempo
Por Elder Hernández
Para G.
"Si pudiera expresarte como es de inmenso en el fondo de mi corazón mi amor por ti..."
Delirio de Luis Miguel
"Porque las cosas no se piden, se ganan."
Anonimo
Me gusta escribir por muchas razones. Me da la
oportunidad de poner en tela de juicio todo mi
continuo cotidiano. De buscar salidas. Salidas que
si bien están a la mano, también me dan la pauta
para ver el exterior de una manera más plana. Más
directa. Así puedo fantasear a placer con todo lo
que me rodea ¿sabes? ¿Por que te escribo esto?
Porque tú ya eres parte de ese todo que me rodea.
Porque al cumplir casi un año de conocerte, puedo
darme cuenta que te valoro. Que te doy un valor
que nunca pediste, sino que yo pude observar en
ti. Y así puedo sentir completamente todo lo que
siento por ti. Y al estar contigo. Pero que también
me da la pauta para crecer como ser humano y
decirte lo que siento. Tú no tienes ninguna
necesidad de estar conmigo (me lo has
demostrado). Y yo solo puedo agarrarme los
pantalones y aceptar ese destino.
Tú sabes mi amorcito... que vales un millón... Pero
que también no quiero luchar contigo, sino luchar a
tu lado. Porque vales la pena ¿sabes? Pero también
yo valgo. Y la verdad es que no pude contigo. Lo
intente de una y varias formas, pero no pude. Y es
a mi ego al que le duele, a pesar de que a mi
corazón le sigue gustando estar junto a ti...
Bebecito bonito... Y solo pienso en volverte a ver,
abrazarte y darte besitos y decirte cursilerías al
oído...
(¿Notas la paradoja?)
Es algo que nunca podras obtener pero que siempre
tendrás la oportunidad de alcanzar. Y creo que algo
así vale la pena conservarlo. Porqué uno conserva
lo que quiere. Y yo te quiero a ti.
Subía rápidamente un pequeño desnivel. Iba tan
rápido como podía sobre mi bicicleta VINTAGE color
vino. Mis muslos me ardían ya, pero no me
importaba. El tráfico sobre la colonia Roma era
extenuante. Y veía como las caras de los
conductores se descomponían ante la impotencia
de no avanzar. Reflejándose la misma impotencia
que yo vivía, mientras pasaba por los espacios
vacios tan rápido, que parecía que me quería
estrellar. Había terminado de trabajar hacia un par
de horas. Soy cocinero. Y el gerente me había
invitado una copa de vino tinto para platicar
conmigo acerca de mi desempeño en ese lugar.
Pedí una copa de un vino chileno. SANTA RITA.
CABERNET SAUVIGNON. Un poco de PAN y QUESO
de CABRA. Veía como el restaurante se movía por
su propia cuenta, dándome la sensación que yo lo
veía desde un exterior que no existía más que solo
en mi mente. Las meseras se movían de aquí para
allá. Los clientes llegando. Y yo sentado hablando
de algunos detalles de la cocina. Nada con
importancia. A partir de este momento, no se que
paso. De la nada, una abstraccion inmensa me
quiso envolver. Mis ojos buscaron algo para asirse.
Lo que fuera. No podía. No pude. Frio. Comencé a
sentir frio. A separarme de todo. Y no porque
quisiera, sino porque de pronto vi el inmenso
desconocido como lo que era. Un lugar frio y
desolado. Y que los seres humanos podemos darle
un poco de intensidad con nuestras emociones.
Pero que esas mismas emociones se pueden volver
en contra nuestra con toda su furia si algo rompe el
equilibrio. Dejándonos de nuevo frente a la nada.
Frente a lo eternamente impersonal. Tuve que
levantarme de inmediato al terminar de hablar el
gerente conmigo. Pero no podía irme. Y no porque
no quisiera, sino porque algo en mi no reaccionaba.
Me dirigí a la cocina de nuevo. Platicando de
algunas cosas. Salí de nuevo al salón y llegue a la
barra. No quise tomar más. Pedí una botella chica
de agua mineral PERRIER. Y de nuevo algo me
golpeo de pronto. Fue toda la construcción de un
pensamiento. Un cumulo de información. Pero la
sentí en todo mi cuerpo. Fue una ubicación total en
el aquí y ahora. Pero que tambien era tan tenue,
que al momento siguiente ya no cuadraba con la
sensación de desconcierto que habia rodeado toda
mi vida. Mi bipolaridad la sentía en la punta de los
dedos. Salí del restaurante parándome en el
exterior de tal manera que podía ver todo el lugar
semi lleno. Viendo también que dejando yo de
trabajar ahí, no tenía a donde ir. Ese nuevo
pensamiento encendió de tal manera mis neuronas,
que la totalidad de mi cuerpo lo sintió. El frio se
transformo en una sensación de calor. De ansiedad.
Empecé a buscar alguna sensación de consuelo. De
empatía. De valor. No encontré nada. Esta
sensación empeoro al ver que las meseras que
habían terminado su turno, se encontraban en la
barra del lugar tomando una cerveza. Haciéndome
una seña para que me acercara a ellas, fui. Una de
ellas me pregunto, que si tenía pensado hacer algo.
Porque ellas no sabían que hacer. Me quede frio.
Mis sospechas me dieron la respuesta directamente
en la cara. Ahí mismo yo tenia una revelación y no
podía hacer nada con eso. Mentí. Les dije que tenía
que verme con un amigo y que solo estaba
haciendo tiempo. Me sentí un traidor y al mismo
tiempo un prisionero de mi propia manera de
pensar. Las chicas se voltearon indiferentes. Sin
decepción pero quitando su atención de mi de tal
manera, que pude notar como regresaban a su
estado original. Fui al baño. Me senté en un
inodoro. Poniendo las manos en mi cara tenia la
sensacion de necesitar algo. Algo que me diera la
pauta para darme cierto sentido de desarrollo. Esa
misma semana había decidido tomarme un descanso
del gimnasio. Y antes de esa semana salía corriendo
precisamente al gimnasio. Y eso en lo particular me
daba cierto margen de movimiento. Limitado
obviamente por el aparato mecánico que es el
cuerpo. Pero me daba un respiro. Sin eso, me veía
igual que las personas que veía en ese momento.
Sin nada. Nada. Sentado ahí pensé en mi madre.
Ella había fallecido cuando yo naci. A mi abuela la
había dejado de ver hacia mucho tiempo. Ni siquiera
sabia si todavía vivía. No tenía novia. Ni familia. Ni
a donde ir. Vivía con unos amigos pero eso
significaba nada. De hecho pude darme cuenta que
llevaba 15 años viviendo de aquí para allá. Sin
sentido. Buscándome allá afuera. En lo que fuera.
Tomando herramientas de la vida. Pero ahora me
preguntaba si esas mismas herramientas no eran un
espejismo. Un placebo que se les daba a los niños
para construir su propia personalidad. Tenía miedo.
Mucho. Tenia la impresión de que solo podía
navegar por la misma corriente que los demás.
Como en alta mar. Aspire profundo y salí del baño.
Me moje la cara. Algo en mi exigía. Me pedía a
gritos una respuesta a la pregunta que nunca le
encontré sentido. Esa pregunta es tan particular,
como particulares son tus deseos. Salí de ahí como
pude. Me despedí de todos cordialmente. Tome mi
bicicleta. Tenía la sensación de huir. Pero al mismo
tiempo de encontrar respuestas. No quería de
ninguna manera que el resto de mis días fueran así.
Sin sentido. Iba rápido. Tan rápido como mis
piernas me lo permitían. Tenia que llegar a mi casa
prender mi computadora y escribir algo. Lo que
fuera. Me detuve en un alto y saque mi IPOD
TOUCH, casi desesperado. Y no se porque pero la
primera canción que sonó fue HEY YOU de PINK
FLOYD de su disco PULSE. Y mientras recorría la
ciudad a toda velocidad de nuevo. Me repetía a mi
mismo como una especie de mantra para no
romperme a llorar:
-Aquí y ahora. Estoy aquí y ahora carajo. Estoy
aquí y ahora- casi llorando.- No hay nada
esperándome allá fuera. – mientras mis lágrimas ya
rodaban por mis mejillas- pero yo estoy aquí
adentro. Y la letra de la canción me penetro como
una daga justo cuando la voz de DAVID GILMOR
canto “…open your heart, I´m coming
home...” Y yo solo pude entregarme a ella
abriendo mis células a esa inmensidad. Llorando
como un niño me repetía:
-Se hombre carajo… se hombre…
El tiempo seria este que esta aquí. El tiempo que
viene y choca contra mí. El tiempo es lo que yo
quiero tomar del exterior. El tiempo no existe, solo
es querer ponerle maquinaria a la eternidad.
|